Un tercio de los proyectos de conservación se abandona a los pocos años
Más de un tercio de las iniciativas de conservación se abandonan pocos años después de su lanzamiento, según una nueva investigación. Este problema, que permanece en gran parte sin documentar, distorsiona el progreso real en la protección de la naturaleza y supone un despilfarro de miles de millones en financiación.
La ilusión del progreso en conservación
Un estudio publicado en Nature Ecology & Evolution revela la magnitud del abandono. La investigación, co-liderada por Matthew Clark de la Universidad de Sídney, analizó nueve grandes programas de conservación basados en la comunidad en África. Los resultados indican que aproximadamente un tercio de los grupos participantes dejaron de cumplir sus responsabilidades porque la implementación se desmoronó.
Financiación incierta y compromisos cortoplacistas
El problema central es la incertidumbre financiera y la dependencia de fondos a corto plazo. Matthew Clark señala la falta de visión sobre la duración real de los programas. Sin una financiación continua, similar a la de una infraestructura pública, los proyectos se paralizan cuando terminan los ciclos de financiación. Un ejemplo es el caso de las Áreas Marinas Protegidas (AMP) en Comoras, que se paralizaron tras la retirada de una asignación de 1,76 millones de dólares.
Antecedentes: Un problema global documentado
El fenómeno del abandono se enmarca en un contexto más amplio de retrocesos en la protección. Entre 1892 y 2018, los gobiernos debilitaron las protecciones legales de áreas de conservación en 3.749 eventos documentados, conocidos como PADDD. Esto afectó a unos dos millones de kilómetros cuadrados, un área equivalente a Groenlandia. Casi dos tercios de estos retrocesos estuvieron vinculados a la extracción de recursos a escala industrial.
Las decisiones políticas aceleran la crisis
El abandono también puede ser desencadenado de la noche a la mañana por decisiones políticas. A mediados de 2025, el gobierno de EE.UU. recortó más de 300 millones de dólares de la financiación internacional para la conservación. Esto afectó a cientos de áreas protegidas e iniciativas en todo el mundo, congelando o cancelando subvenciones de USAID y del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE.UU. (USFWS). Las consecuencias incluyen la incapacidad para pagar a guardaparques y mantener patrullas básicas.
El fracaso de la contabilidad en conservación
El núcleo del problema reside en cómo se mide y se informa del progreso. Los objetivos internacionales, como la meta 30×30 del Marco Global de Biodiversidad de Kunming-Montreal, se centran casi exclusivamente en establecer nuevas áreas protegidas. Sin embargo, no se evalúa si las áreas ya creadas se gestionan de forma efectiva o si siguen existiendo. Los proyectos abandonados suelen contabilizarse en los informes oficiales, lo que infla las estimaciones de progreso.
Cierre: Un llamado a la transparencia y al compromiso a largo plazo
La solución requiere un cambio en la cultura y la métrica de la conservación. Se propone que los proyectos se juzguen por su duración, exigiendo informes públicos del estado a los 5, 10 y 20 años. Además, se necesita que la financiación incluya estrategias de salida vinculantes co-diseñadas con las comunidades locales. La normalización de los informes sobre fracasos y abandonos es crucial para generar una base de evidencia sólida. En última instancia, la conservación debe ser replanteada como un compromiso a largo plazo para evitar el despilfarro de recursos y la ilusión de progreso.