Bioquímicas explican la base molecular del amor, hambre y sueño
Neurotransmisores y hormonas regulan emociones y necesidades vitales. Leslie Patricia Avilés Rojas, directora de Bioquímica y Farmacia en UNIFRANZ, detalla el mecanismo. Nuestro cuerpo funciona gracias a mensajes químicos que mantienen el equilibrio.
El amor como reacción química cerebral
El amor activa circuitos cerebrales de recompensa. La dopamina genera placer, la oxitocina fortalece el apego y la serotonina produce bienestar. Según Mary Cruz Martínez, docente de UNIFRANZ, el enamoramiento activa más dopamina y noradrenalina, mientras el apego a largo plazo depende de la oxitocina y la vasopresina.
Hambre: un diálogo entre el estómago y el cerebro
La grelina se libera con el estómago vacío y activa la búsqueda de comida. Al comer, la leptina y la insina producen saciedad. El cortisol, hormona del estrés, puede aumentar el apetito, llevando a consumir más grasas y azúcares para elevar la serotonina y mejorar el bienestar.
El sueño como reloj bioquímico esencial
La adenosina se acumula durante el día provocando cansancio, y la melatonina se activa con la oscuridad para preparar el descanso. Dormir mal altera la concentración, aumenta el estrés y favorece enfermedades, ya que durante el sueño el cerebro organiza la memoria y se fortalece el sistema inmunológico.
La base científica de nuestras vidas
Las emociones y necesidades básicas tienen una red compleja de moléculas reguladoras. El cerebro, a través de neurotransmisores, decide cuándo sentimos felicidad, hambre o sueño.
Implicaciones para la salud y el bienestar
Comprender esta bioquímica permite decisiones más conscientes para la salud física y mental. Cuidar el amor con empatía, el hambre con alimentación equilibrada y el sueño con hábitos saludables favorece el equilibrio. La bioquímica demuestra la conexión profunda entre cuerpo y mente.