Jodi-Ann Burey desmonta el mito de la autenticidad laboral
La tasa de desempleo de las personas negras en Estados Unidos alcanzó en agosto su nivel más alto desde la pandemia de 2021, según el Departamento de Trabajo de EE. UU. Este dato se produce en un contexto de desmantelamiento de los programas de DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión) y de ralentización de la contratación.
El coste de ser uno mismo
Jodi-Ann Burey argumenta en su nuevo libro, Authentic: The Myth of Bringing Your Full Self to Work, que la autenticidad tiene un coste económico. «Ser auténtico cuesta, y me refiero a dinero en efectivo. Solo por existir como mujeres, se nos paga ochenta centavos por cada dólar que se le paga a un hombre blanco por el mismo puesto», escribe. La autora sostiene que el problema no son las estrategias de negociación individuales, sino que se necesita un sistema mejor.
Un clima laboral hostil
Burey, que es una mujer negra, relata su propia experiencia cuando, en un puesto de trabajo, fue acusada de tener una «agenda racial«. Para ella, este episodio fue un ejemplo de cómo las empresas simulan interés en la equidad racial pero incumplen sus promesas. La situación se ha agravado con las órdenes ejecutivas del presidente Trump para eliminar la DEI de las agencias federales y perseguir la «DEI ilegal» en el sector privado, lo que ha tenido consecuencias «sísmicas».
El fracaso del sistema
El libro utiliza la inversión performativa en DEI de 2020 como punto de partida para analizar un problema más amplio. Burey señala que los sistemas laborales «disfrutan de la homeostasis» y se resisten al cambio. Cuando las personas de grupos marginados ocupan espacio y reclaman sus derechos, el sistema se vuelve antagonista. La autora se pregunta si es posible imaginar «el cuidado en lugar del control».
Consecuencias para una generación
La Generación Z se enfrenta a mayores obstáculos para encontrar empleo y está redefiniendo su relación con el trabajo. Burey observa que estos jóvenes no están impulsados por la misma ética de trabajo que generaciones anteriores. Sin embargo, expresa su preocupación por cómo aconsejar a las mujeres negras jóvenes en un mercado laboral que es inhóspito para ellas. La conclusión de Burey es clara: la cultura laboral saludable puede ser imposible en el sistema actual.