Arce alerta en la ONU sobre riesgo de tercera guerra mundial
El riesgo de una «tercera guerra mundial de nuevo tipo» fue la advertencia central del presidente boliviano, Luis Arce, en su último discurso ante la Asamblea General de la ONU. El mandatario vinculó la amenaza a la militarización, la desigualdad y el neocolonialismo.
Un diagnóstico de un mundo en crisis
Arce afirmó que el mundo está «igual o más dividido y confrontado» que tras la Segunda Guerra Mundial, incumpliendo los objetivos fundacionales de la ONU. Señaló como causa raíz «el dominio salvaje del sistema capitalista». El presidente advirtió que el riesgo para la paz global es muy cercano si no hay una reacción oportuna.
Factores de la amenaza global
El mandatario vinculó el escenario de conflicto con el aumento del gasto armamentista y el intervencionismo en varias regiones. También destacó el impacto de las crisis económicas y climáticas que afectan al Sur Global. Denunció un resurgimiento del neocolonialismo que profundiza la desigualdad.
Una propuesta de reparación histórica
Como solución, Arce planteó la creación de una comisión internacional de reparaciones en el seno de la ONU. Esta comisión debería establecer mecanismos de compensación por los daños del colonialismo y el neocolonialismo.
Objetivos de la comisión propuesta
La propuesta incluye reparaciones económicas e históricas y disculpas oficiales de las antiguas metrópolis. También aboga por la restitución de bienes culturales a los pueblos originarios y la indemnización a pueblos bajo ocupación o sanciones unilaterales.
Antecedentes de una despedida
Este fue el último discurso de Luis Arce como presidente de Bolivia ante la Asamblea General de la ONU, ya que dejará el cargo en noviembre. Su intervención se produjo en el marco del 80 aniversario de la creación del organismo internacional.
Cierre: Un llamado a rectificar el curso
La advertencia del presidente Arce subraya la profundidad de las fracturas globales. Su propuesta de reparaciones históricas sitúa la desigualdad y la justicia como elementos centrales para cualquier agenda de paz futura, retando a la comunidad internacional a rectificar lo que calificó como un «error histórico».