Elecciones en Bolivia reflejan división política y social del país
El MAS-IPSP casi pierde su registro legal por un estrecho margen del 0.17%. Los comicios del 17 de agosto evidenciaron una profunda fractura regional e ideológica. Se confirma un ballotage para el 19 de octubre.
Un panorama electoral transformado
La jornada del 17 de agosto fue «especial» y concluyó con el masismo socialistaveintiunero-neomarxista-indianista cerrando su ciclo diceniero. El candidato Del Castillo perdió el 51.94 % de los votos que en 2020 había sacado su Presidente. Todo el arco de la hasta hoy vigente izquierda boliviana —incluida la pseudoizquierda hoy de UCS— acabó fuera (o casi quedó fuera) del panorama electoral.
La Bolivia dividida
El mapa de resultados electorales muestra la Bolivia extractiva frente a la Bolivia agrícola, la centralista frente a la de filiación autonomista y federal. Es la misma Media Luna que en 2009 aherrojó el masismo con sus panas chavistas. Se constata que nuestras Bolivias nunca han podido ser una Nación unitaria.
Antecedentes: Una fractura histórica
La división es herencia de los muchos criollos altoperuanos devenidos en bolivianos y sus herederos mentales que desde 1825 han mandado y desmandado. Esto ha resultado en un país fracturado en expectativas y posibilidades, con bolivianos de ciudad enfrentados a rurales, los de Occidente y Centro con los de Oriente y Sur.
Un futuro por decidir
Para el 19 de octubre, los bolivianos deberán decidir entre un programa económico duro, similar al DS 21060 de 1985, y una propuesta radicalmente populista. La elección se da en un contexto de crisis que crece y con una guerra sucia ensazonada y jalonada de egos y rencillas.