Tarija recorta proyecto de limpieza por licitaciones desiertas y dólar
Cuatro procesos licitatorios fracasaron y la devaluación del boliviano forzó ajustes. La Empresa Municipal de Aseo (EMAT) reduce la compra de equipos. El resultado de la nueva licitación se conocerá el 1 de septiembre.
Un plan de modernización con obstáculos
Tarija encara la modernización de su servicio de recolección de basura después de más de 20 años de operar con un parque automotor obsoleto. El proyecto de fortalecimiento de la EMAT incluye la compra de camiones compactadores, contenedores y maquinaria especial. La iniciativa cuenta con un crédito de la banca privada que supera los 36 millones de bolivianos.
Recortes forzados
Inicialmente se contemplaba una mayor cantidad de equipos, pero la Alcaldía tuvo que reducir la compra. “Se hicieron disminuciones en vehículos livianos y contenedores, pero se mantuvo lo más importante: los camiones compactadores”, explicó el director de EMAT, Carlos Castillo.
Condiciones exigentes y expectativa ciudadana
La licitación vigente exige a las empresas garantías extendidas y mantenimiento preventivo a su cargo, condiciones que han elevado las barreras de participación. La Alcaldía adelantó que el resultado se conocerá el 1 de septiembre. Hasta entonces, la expectativa ciudadana está puesta en que la renovación del servicio no vuelva a quedar en suspenso.
Un sello de limpieza en riesgo
El servicio de aseo opera con camiones viejos que ya no responden a la demanda de una ciudad en expansión. Cada retraso prolonga un problema que impacta directamente en la salud pública y en la imagen urbana. La situación preocupa porque Tarija se ha caracterizado por su limpieza, un sello que hoy está en riesgo.
El peso de la realidad económica
El proyecto se enfrenta al contexto de la devaluación del boliviano frente al dólar, lo que ha reducido el poder adquisitivo del crédito aprobado y ha obligado a recortar el plan original de equipamiento.
A la espera de un nuevo intento
La eficacia del plan de modernización depende del éxito de la próxima licitación. El temor es que, si vuelve a fracasar, el ajuste se repita y la ciudad termine con menos unidades de las previstas, perpetuando los problemas actuales del servicio.