Potosi despide a Petardo, el perrito símbolo de sus marchas cívicas
El can mestizo falleció a los 14 años de edad. Se había convertido en un emblema de las movilizaciones del Comité Cívico Potosinista (COMCOPO) desde 2015. Vivió sus últimos años en un hogar de acogida, lejos del bullicio que le generaba ansiedad.
Un adiós a un ícono de cuatro patas
Petardo, un perro mestizo, falleció el 25 de agosto. Se unió a las movilizaciones durante la caminata de los dirigentes del COMCOPO hacia La Paz en 2015 y desde ahí se convirtió en un símbolo de esta lucha. El can llegó a la vida de la activista Alba Ximena Quispe, presidenta de la Asociación Protectora de Animales Potosí, ese mismo año, cuando COMCOPO pidió a la familia que se hiciera cargo de él.
Una vida feliz y un final tranquilo
En los últimos meses, Petardo enfrentó una enfermedad complicada: pequeños tumores en la boca que, pese a una cirugía y tratamiento, reaparecieron con fuerza debido a su avanzada edad. Aunque fue conocido públicamente por caminar en las marchas, sus últimos años los pasó en tranquilidad, lejos de las multitudes, ya que los ruidos le generaban ansiedad. En casa compartía la vida con otros ocho perritos y siete gatitos rescatados. “Tuvo una vida muy feliz, nunca le faltó nada”, asegura Alba Ximena.
El legado de un «cachorro gigante»
Su ama recordó con emoción que “era el primero en recibirnos al llegar a la casa” y que, a pesar de ser un perrito grande, “se comportaba como un cachorro, muy juguetón, un cachorro gigante”. Petardo se fue sabiendo que fue amado y cuidado, convirtiéndose en parte de la memoria de toda una ciudad.
De las calles a los corazones
El can fue bautizado como Petardo, en relación a los característicos ruidos que acompañan a las marchas. Alcanzó popularidad incluso en las redes sociales, donde cuentas en su homenaje ganaron miles de seguidores. Pasó de ser un símbolo de lucha en las calles a convertirse en un integrante entrañable del hogar de Quispe.
Un silencio que lo dice todo
Finalmente, su organismo no resistió más, dejando en el aire el silencio de sus pasos firmes. Hoy, Potosí despide no solo a una mascota, sino a un amigo colectivo que, con su mirada noble y su andar incansable, se convirtió en parte de la memoria de toda una ciudad, e incluso del país.