Terremoto en Birmania deja 3.000 muertos y agrava crisis humanitaria
El sismo de magnitud 7,7 suma 17 millones de damnificados a un país en guerra. Organizaciones alertan de escasez de agua, hospitales colapsados y riesgo de epidemias. La junta militar y rebeldes declararon treguas temporales, pero persisten los enfrentamientos.
«Es un ambiente de incertidumbre»
El director de Plan International en Birmania, Haider W. Yaqub, describe una situación «desastrosa», con 3,5 millones de desplazados internos y cientos de miles en riesgo de huir. «La gente espera sentada en la calle, con miedo a las réplicas», afirma. Los más afectados son habitantes de «slums», cuyas viviendas quedaron destruidas.
Hospitales al límite y éxodo forzado
Familias trasladan heridos «por su cuenta» ante el colapso sanitario en Mandalay. World Vision reporta carreteras cortadas, edificios derrumbados y «olor a muerte». Su directora de comunicación, Naw Phoebe, recalca: «Nunca he visto nada como esto».
Supervivencia entre escombros
Médicos Sin Fronteras (MSF) advierte que la «escasez de agua» amenaza con epidemias. Mikhael De Souza, coordinador en Rangún, señala que los cortes en redes telefónicas «dificultan la coordinación de ayuda». UNICEF añade que uno de cada tres desplazados es menor de edad, muchos con trauma psicológico.
Un país que ya sangraba
Birmania arrastraba 6,5 millones de niños necesitados de ayuda antes del terremoto, tras décadas de conflicto armado y el golpe de 2021. La junta militar y facciones rebeldes mantenían un escenario bélico complejo, con treguas frágiles.
La ayuda internacional, última esperanza
Las ONG piden acceso urgente para distribuir alimentos, mantas y kits higiénicos. Yaqub insiste: «La comunidad internacional puede ayudar a que este país se vuelva más fuerte. Falta paz y estabilidad». Mientras, 370 personas siguen desaparecidas bajo los escombros.