Francia se paralizará el 10 de septiembre en una huelga masiva
Una protesta ciudadana busca bloquear el país contra el plan de ajuste del gobierno. La convocatoria, iniciada en redes sociales, ha unido a la ultraderecha y la izquierda. Rechazan los recortes presupuestarios y la eliminación de dos días festivos.
Un Confinamiento Voluntario Contra la Austeridad
El movimiento, bajo el lema «No trabajar, no consumir, no viajar», propone un confinamiento voluntario para paralizar Francia. Su objetivo es una revuelta mediante bloqueos e insubordinación, no solo manifestaciones en las calles. La protesta cristaliza el rechazo a la propuesta presupuestaria del primer ministro François Bayrou, que incluye 44.000 millones de euros de ahorros.
Orígenes en Redes y Apoyos Políticos
La convocatoria nació en TikTok y se popularizó en Telegram y X con la etiqueta #bloquonstout. Inicialmente impulsada por la ultraderecha y ex miembros de los ‘Chalecos Amarillos’, ahora cuenta con el respaldo explícito de la izquierda. Jean-Luc Mélenchon y Francia Insumisa pidieron la censura del primer ministro y apoyaron el llamado a «bloquear todo», con la intención de hacer caer al gobierno.
El Detonante de la Ira Popular
Una de las medidas que más reacción ha suscitado es la eliminación de dos días festivos anunciada por el gobierno. El historiador Stéphane Sirot describe un movimiento «muy dispar» en sus modalidades y perspectivas políticas. Jérôme Fourquet, del Ifop, señaló que el gobierno echó «gasolina sobre brasas aún vivas» con su plan de austeridad, refiriéndose al descontento persistente desde los ‘Chalecos Amarillos’.
Un Terreno Abonado para el Descontento
Francia enfrenta una crisis con una enorme deuda pública y la amenaza de recurrir al FMI si no realiza ahorros. El movimiento de los ‘Chalecos Amarillos’ de 2018, que desafió al gobierno por la pérdida de poder adquisitivo, demostró que los ingredientes de la ira –desprestigio de la clase media-baja y descontento fiscal– no han desaparecido.
La Incógnita de una Protesta Sin Líderes
La eficacia de la movilización del 10 de septiembre es una incógnita. Carece de líderes visibles y de apoyo sindical organizado, al igual que ocurrió con los ‘Chalecos Amarillos’ en sus inicios. Los servicios de inteligencia se muestran cautelosos sobre su magnitud final y la posibilidad de una convergencia de luchas de distintos bandos ideológicos.