Panificadores bolivianos pierden 63% por unidad de pan sin harina subsidiada
El sector vende cada pan a Bs 0,50 pese a costar Bs 1,35 producirlo. Un informe técnico revela márgenes insostenibles tras irregularidades en la entrega de harina subvencionada. La crisis llevó a un paro de 48 horas suspendido tras negociaciones con el Gobierno.
«Operamos con pérdidas que amenazan el abastecimiento»
Según la Confederación Nacional de Panificadores Artesanos de Bolivia (Conapabol), cada pan vendido genera una pérdida de Bs 0,85 (63% del costo real). “De cada Bs 1,35 invertidos, solo recuperamos Bs 0,50”, detalla el estudio. La situación obligó a una huelga temporal y advierten cierres masivos de panaderías pequeñas en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.
Respuesta gubernamental y acusaciones cruzadas
El viceministro de Defensa al Consumidor, Jorge Silva, acusó a los panificadores de “buscar un conflicto con fines políticos” tras no asistir a una reunión convocada. Anunció sanciones, como retener harina subsidiada, e investigará denuncias de desvío de insumos al mercado informal. Emapa, por su parte, asegura que la subvención anual supera los Bs 1.000 millones.
Acuerdo frágil y vigilancia gremial
Tras horas de tensión, Emapa prometió regularizar entregas hasta el 20 de agosto, incluyendo saldos pendientes de junio. “No estamos satisfechos, pero suspendemos el paro por la población”, declaró el dirigente Rubén Ríos. Los panificadores verificarán nuevos cargamentos de trigo la próxima semana para garantizar el cumplimiento.
Un modelo que ya no da más
El sistema de subsidios mantiene el pan a Bs 0,50 desde hace una década, pero no resuelve distorsiones estructurales. Emapa compra la harina a Bs 488-500 y la vende a Bs 109 a panificadores, absorbiendo la diferencia. Sin actualizar mecanismos de control, el conflicto podría repetirse, afectando a consumidores y pequeños negocios.
Entre la espada y la pared
El acuerdo evita un desabastecimiento inmediato, pero deja latente el riesgo de ajustes de precios o quiebras en el sector. Mientras el Estado insiste en mantener el subsidio, los panificadores exigen soluciones sostenibles para evitar pérdidas millonarias.