China construye en secreto el telescopio más grande del mundo
Un telescopio de 14,5 metros en el Tíbet podría usarse para espiar satélites extranjeros. EE.UU. sospecha de su carácter militar y científico. El proyecto, no anunciado oficialmente, se descubrió mediante licitaciones públicas y declaraciones dispersas.
«Un gigante oculto en la meseta tibetana»
China avanza en la construcción de un telescopio óptico/infrarrojo de 14,5 metros —el más grande del mundo hasta que se completen proyectos como el TMT de EE.UU.—, pero sin el anuncio triunfalista habitual. Según el Wall Street Journal, su secretismo genera suspicacias en Harvard y la NASA. Robert Kirshner, de Harvard, rastreó pistas clave: licitaciones de 22 millones de dólares para la cúpula, publicaciones de estudiantes y declaraciones de astrónomos chinos.
¿Un proyecto científico o militar?
Matt Mountain (AURA/NASA) plantea dos motivos para el sigilo: capacidad de espionaje satelital —al captar imágenes detalladas de objetos en órbita— o una estrategia para impulsar carreras STEM y superar a EE.UU. tecnológicamente. Documentos chinos mencionan su uso para «alcanzar la cima de la ciencia y la tecnología», pero omiten detalles operativos.
La carrera por dominar el cielo
El telescopio chino duplicaría en tamaño al Hubble (2,4 metros) y superaría a los mayores observatorios terrestres (10 metros). Su finalización antes que el TMT —paralizado por recortes— le daría ventaja temporal. España ofrece 400 millones para albergar el TMT en Canarias, pero la decisión sigue pendiente.
Un silencio que habla alto
China suele celebrar logros espaciales, como lanzamientos o misiones lunares. El mutismo en este caso contrasta, especialmente cuando el proyecto ya tiene licitaciones adjudicadas y busca personal. La Academia China de Ciencias incluso publicó ofertas para detectores infrarrojos y gestión de archivos, confirmando su fase de construcción.
Mirando más allá de las estrellas
El telescopio refleja la puja tecnológica entre China y EE.UU., donde el dominio astronómico implica poder militar y científico. Su resolución sin precedentes podría redefinir tanto la exploración espacial como la vigilancia de satélites, en un contexto de creciente competencia en órbita.