China enfrenta exceso de capacidad en incineradoras de basura
Las plantas operan al 60% de su capacidad por falta de residuos. El país asiático duplicó su infraestructura de incineración desde 2019, pero el crecimiento de desechos no sigue el mismo ritmo. El desfase se debe a la ralentización económica y a una planificación sobredimensionada.
«Incineradoras hambrientas en un país que fue vertedero global»
China cuenta con 1.010 plantas de incineración, capaces de procesar más de un millón de toneladas diarias, según datos de 2024. Sin embargo, el informe de Cinda Securities revela que solo utilizan el 60% de su capacidad. La generación de residuos creció un 10% desde 2019, pero la capacidad de quema se duplicó en el mismo periodo.
Razones del desequilibrio
Dos factores explican la brecha: la recesión económica redujo la urbanización, y los subsidios estatales incentivaron una construcción masiva de plantas. Chen Liwen, activista climático, advirtió en 2020 que el modelo era insostenible. Además, la migración post-covid disminuyó la basura en ciudades.
De solución energética a problema ambiental
Estas plantas formaban parte del plan de energías renovables de China, con subsidios para generar electricidad. Sin embargo, organizaciones ecologistas denuncian que emitieron 100 millones de toneladas de CO₂ en 2022. La mayoría tarda una década en recuperar la inversión, agravando su crisis financiera.
Cuando el optimismo superó a la realidad
En los años 80, China importaba basura global para su industria. Tras prohibir esas importaciones en 2017, impulsó la incineración local. Para 2015 ya tenía 223 plantas y planeaba duplicarlas. La sobrecapacidad actual refleja una planificación basada en proyecciones de crecimiento poblacional que no se cumplieron.
Un futuro humeante por resolver
El exceso de infraestructura tensiona las finanzas de las empresas y aumenta emisiones innecesarias. El gobierno chino enfrenta el reto de reorientar su estrategia de residuos sin sacrificar sus metas energéticas. La situación ejemplifica los riesgos de expandir industrias críticas sin ajustarlas a realidades demográficas y económicas.