Brihuega colapsa por el turismo masivo en sus campos de lavanda
El alcalde reconoce que la afluencia de 140.000 visitantes en 2024 satura la localidad. La villa guadalajareña de menos de 3.000 habitantes lucha por gestionar el éxito de su paisaje violeta, que genera ocho millones de euros en semanas.
«Lo pasé mal»: el grito de auxilio de un pueblo desbordado
Luis Viejo, alcalde de Brihuega, alerta del colapso turístico que vive su municipio cada verano. «El sábado pasado se saturó todo. Gestionar tal afluencia en poco tiempo es difícil», confiesa. La causa: los campos de lavanda, que atraen a visitantes masivos entre julio y agosto, especialmente los fines de semana. La localidad ya prepara un parking disuasorio y autobuses lanzadera para aliviar la presión.
La doble cara del éxito
1.000 hectáreas de cultivo convierten a Brihuega en un imán para el ‘turismo de floración’. El Festival de La Lavanda, con conciertos de artistas como Los Secretos o Beret, amplifica el fenómeno. «Es una bendición económica, pero también un reto logístico», admite Viejo. En 2024, el municipio recibió un 20% más de visitantes que en años anteriores, siguiendo la tendencia de otros destinos como Carmona (girasoles) o Moratalla (lavanda).
De la lavanda al caos circulatorio
El impacto va más allá del paisaje: calles bloqueadas, servicios al límite y residentes afectados. El regidor pide a los turistas que eviten los fines de semana: «Venid entre semana, por favor». Pese a las medidas, el alcalde teme que la situación empeore en 2025, dado el crecimiento sostenido del sector.
Cuando las flores eclipsan al pueblo
Brihuega pasó de ser un secreto local a un fenómeno viral impulsado por redes sociales y eventos masivos. Su cercanía a Madrid (90 minutos) y la estética fotogénica de sus campos explican el boom. En 2020, el turismo de floración era residual; hoy copa portadas y genera el 40% de los ingresos anuales del municipio.
¿Autobuses o adiós a la tranquilidad?
El futuro de Brihuega dependerá de su capacidad para equilibrar economía y sostenibilidad. Mientras otros destinos sufren por la falta de turistas, esta villa enfrenta el reto opuesto: sobrevivir a su propio éxito sin perder su esencia.