Diagnósticos de anorexia en menores de 14 años casi se duplican en una década
Los casos detectados antes de la pubertad crecen por exposición a redes sociales y mayor concienciación. La detección temprana es clave para evitar daños físicos y mentales a largo plazo, según expertos. Datos de Europa y Norteamérica muestran que la edad media de inicio ha bajado de 15-19 a 13-18 años.
\»Pérdida de peso más rápida y grave que en adolescentes\»
La anorexia de inicio temprano (antes de los 13 años) presenta síntomas más agresivos: los niños pierden peso más rápido y un mayor porcentaje de masa corporal. \»Suelen rechazar completamente la comida y restringen líquidos\», destaca la investigación. Los efectos en el crecimiento óseo y el desarrollo puberal son también más severos.
Factores de riesgo específicos
El acoso escolar y comentarios críticos sobre el cuerpo son desencadenantes más frecuentes que en adolescentes. A diferencia de estos, los menores de 14 años raramente presentan atracones o purgas, pero muestran mayor rigidez cognitiva y ansiedad social. Un 30% de los casos se asocia a trastornos del espectro autista (TEA).
Redes sociales y presión cultural
Estudios vinculan el aumento de diagnósticos a la exposición temprana a contenidos que promueven ideales de delgadez. Durante la pandemia, el uso de redes en preadolescentes creció un 40%, según datos citados. \»Internalizan normas peligrosas sobre alimentación en entornos escolares o familiares\», advierten los expertos.
Tratamientos centrados en la familia
La terapia familiar (FBT) es el enfoque principal para menores de 14 años. Incluye capacitación a padres y grupos para hermanos. \»La intervención multidisciplinar antes de la pubertad mejora un 70% la recuperación\», señala el texto. Otros métodos son terapia cognitivo-conductual (TCC) adaptada con herramientas visuales.
Antecedentes
La anorexia nerviosa afectaba tradicionalmente a adolescentes de 15-19 años, pero desde 2015 se observa un descenso en la edad de inicio. La falta de flexibilidad cognitiva y los trastornos concurrentes como el TEA explican parte de la vulnerabilidad en menores.
Cierre
El aumento de diagnósticos refleja tanto mayor exposición a factores de riesgo como mejor detección clínica. Los protocolos actuales priorizan la intervención familiar para minimizar secuelas en desarrollo físico y mental.