TAM mantiene avión militar abandonado en Inglaterra desde 2018
El FAB 108 permanece sin uso por falta de pago y un componente técnico. La aeronave fue adquirida en 2017 bajo leasing y su compra está bajo investigación por irregularidades. El exgerente del TAM niega responsabilidad y señala a sus sucesores.
«Un avión varado por siete años»
El Bae Avro RJ70 con matrícula FAB 108 está en Southend (Inglaterra) desde enero de 2018, según documentos del TAM. El acta AS.JUR.GGTAM 02/2018 revela que se autorizó su estadía allí «hasta conseguir presupuesto» para instalar una unidad de potencia auxiliar (APU), esencial para el vuelo. La nave, valuada en $1.3 millones, ya tuvo un desembolso de $400.000.
¿Quiénes son los responsables?
El exgerente del TAM, general Julio César Villarroel, vinculado a la compra, afirma que el abandono se debe a decisiones posteriores. Apunta al entonces ministro de Defensa Javier Zavaleta y al gerente general Humphrey Roca, quienes firmaron la resolución de 2018. Zavaleta rechazó explicaciones y criticó al medio que investiga el caso.
Investigaciones pendientes
El Ministerio de Defensa remitió el caso a la Contraloría General del Estado, pero la revisión se postergó hasta 2026. Mientras, el deterioro de los motores empeora. Alan Yupanqui, representante ministerial en el TAM, confirmó que el 22 de julio se evaluará un informe sobre el avión.
De India a Cochabamba: un viaje truncado
Villarroel detalló que el FAB 108 despegó de India en 2018 con rumbo a Bolivia, pero fue retenido en Inglaterra por falta del APU. Un mensaje del entonces gerente de operaciones, teniente coronel Sergio Lora, confirmó la orden de paralización. El exgerente insiste en que el contrato de leasing no justifica la retención.
Un avión en el limbo
Las autoridades actuales no han aclarado el estado técnico del avión, el costo de su almacenamiento o el monto pendiente por pagar. El TAM, presidido por el ministro Edmundo Novillo, promete informar tras la reunión del 22 de julio.
Cierre: Un caso que sigue en tierra
El FAB 108 simboliza un proceso opaco con múltiples versiones y sin responsables claros. Su futuro depende de la reunión directiva y la Contraloría, mientras Bolivia sigue sin aprovechar un recurso militar clave.