Bolivia reflexiona sobre su legado independentista en el bicentenario
La Revolución de Julio de 1809 marcó el inicio de la lucha libertaria. A 216 años del grito paceño, el artículo cuestiona si se mantiene el espíritu rebelde frente a la actual apatía ciudadana y la influencia del globalismo. Texto publicado originalmente en La Razón el 14.07.2024.
«La tea de Murillo que nadie apagó»
El artículo rescata las palabras de Pedro Domingo Murillo antes de su ejecución en 1809: «Compatriotas, yo muero, pero la tea que dejo encendida nadie la podrá apagar». Su legado inspiró la independencia de 1825, pero hoy, según el autor, «los paceños han olvidado ser combativos». Critica la pasividad ante protestas, bloqueos y alza de precios, señalando una «pandemia de no me importa».
La «revolución reaccionaria» vs. el ideal libertario
El texto denuncia que, en los últimos 20 años, Bolivia vive una «revolución reaccionaria» contraria a los ideales de 1809. Acusa a «organismos internacionales y socialistas en el poder» de imponer agendas globalistas, citando al escritor Agustín Laje: «La hora de los patriotas ha de ser producida, no aguardada».
Fractura política y llamado a la unidad
Critica la división de la oposición y urge «dejar egos para conformar un bloque único» ante las elecciones. Menciona la aparición del empresario Marcelo Claure, vinculado al litio, como «actor de último minuto» con intereses cuestionables. Advierte que, sin unidad, «perderán por más del 10% en primera vuelta».
De cuna de héroes a sede de resignación
La Paz, otrora «cuna de héroes y tumba de tiranos», hoy es descrita como una ciudad «dañada y abandonada». El autor lamenta la pérdida de institucionalidad y la falta de visión en organizaciones sociales, reducidas a «aceptar lo que venga». Subraya el riesgo de que el departamento se convierta solo en sede de gobierno sin liderar el desarrollo nacional.
El reloj de la conciencia patriota
El artículo cierra con un llamado urgente: «Es hora de los patriotas». Insiste en que los bolivianos deben despertar ante la «crisis provocada por gobernantes incapaces» y la desinformación de medios «parcializados». El bicentenario, concluye, es una oportunidad para reivindicar el legado de Murillo o resignarse a un futuro dominado por intereses ajenos.