Jóvenes con enfermedades invisibles relatan su lucha diaria
Cuatro mujeres comparten cómo afectan sus diagnósticos a su vida cotidiana. Protagonistas de 20 a 32 años con tumores, POTS o depresión detallan los desafíos de estudiar o trabajar. Sus testimonios buscan visibilizar estas condiciones en la sociedad.
«De repente, todo cambió»
Marina (32), con un tumor cerebral, describe cómo pasó de sacar sobresalientes a suspender exámenes por síntomas como vértigo o migrañas incapacitantes. Anna sufre POTS, un síndrome que le provoca «mareos y náuseas al estar de pie». Ambas destacan la dificultad de ser creídas al no mostrar señales físicas evidentes.
Adaptarse sin rendirse
Simin y Emily enfrentan depresión y ME/CFS (encefalomielitis miálgica). La primera recalca que «antes salía a correr, ahora me agoto paseando al perro». A pesar de los límites, todas mantienen metas: doctorados, emprendimientos o comprar una casa.
Entre el estigma y la esperanza
El artículo, publicado el 8 de julio de 2025 en ZEIT Campus, subraya que estas enfermedades son frecuentes en jóvenes, aunque socialmente se asocien a la vejez. Las protagonistas piden más comprensión y ajustes laborales o académicos para gestionar crisis.
Cuando lo invisible no significa imaginario
Los diagnósticos llegaron tras años de síntomas atribuidos erróneamente a estrés o falta de esfuerzo. Marina tardó 17 años en saber que su tumor afectaba su concentración; Anna descubrió su POTS tras un colapso en 2024.
Pequeñas victorias, grandes batallas
Las historias reflejan cómo combaten el aislamiento con redes de apoyo y adaptaciones. Su lucha evidencia la necesidad de estructuras sociales que reconozcan las limitaciones no visibles, sin reducir su autonomía.