¿Despertará Lula ante la crisis climática en Brasil?

Brasil enfrenta una crisis climática sin precedentes bajo el mandato de Lula, con políticas que aumentan las emisiones de carbono y ponen en riesgo el Amazonas y la agricultura.
Mongabay Environmental News
Vista aérea de un paisaje con un río y una zona afectada por fuego.
El área muestra un contraste entre la vegetación verde y el terreno quemado detrás.

¿Despertará el presidente Lula ante la crisis climática?

El sistema climático global está más cerca de un punto de no retorno de lo que se pensaba, y Brasil, bajo el mandato de Luiz Inácio Lula da Silva, sigue promoviendo políticas que aumentan las emisiones de gases de efecto invernadero. A pesar de las advertencias científicas recientes, el gobierno brasileño, con excepción del Ministerio de Medio Ambiente, impulsa proyectos que podrían agravar la crisis climática, poniendo en riesgo no solo al Amazonas, sino también a la agricultura, las ciudades y la población del país.

El clima al borde del colapso: advertencias científicas ignoradas

En febrero de 2025, tres estudios científicos revelaron que la situación climática es más grave de lo que se creía. El primero, liderado por el reconocido climatólogo James Hansen, publicado en la revista *Environment: Science and Policy for Sustainable Development*, demostró que los aerosoles y otros contaminantes atmosféricos han enmascarado el verdadero impacto de los gases de efecto invernadero. Hansen advirtió que el objetivo de limitar el calentamiento global a 2°C por encima de los niveles preindustriales está \»muerto\».

Otros dos estudios publicados en *Nature Climate Change* confirmaron que las temperaturas récord de 2024 no son un fenómeno temporal, sino una tendencia que continuará. Estos hallazgos sugieren que el planeta se acerca rápidamente a un punto de no retorno, donde el calentamiento global escapará del control humano.

Brasil: víctima y cómplice de la crisis climática

Brasil sería uno de los países más afectados si el calentamiento global se descontrola. La Amazonía, ya al borde del colapso, podría perderse, lo que tendría consecuencias devastadoras para el clima regional y global. La pérdida de los \»ríos voladores\» —corrientes de vapor de agua que alimentan las lluvias en regiones como São Paulo— afectaría gravemente la agricultura y el suministro de agua.

Además, el aumento de las sequías, las inundaciones y las olas de calor ya está causando estragos en el país. En 2024, las temperaturas en Río de Janeiro alcanzaron los 44°C, con una sensación térmica de 50°C debido a la alta humedad. Estos eventos extremos podrían volverse más frecuentes e intensos, poniendo en riesgo la vida de millones de personas.

Políticas contradictorias: desarrollo vs. sostenibilidad

A pesar de estos riesgos, el gobierno de Lula continúa promoviendo proyectos que aumentan las emisiones de carbono. Entre ellos, la apertura de nuevos campos petroleros en la desembocadura del Amazonas y la construcción de carreteras como la BR-319, que facilitan la deforestación. Estas políticas contrastan con los compromisos internacionales de Brasil para reducir las emisiones y proteger el medio ambiente.

El Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático ha intentado impulsar medidas más sostenibles, pero su influencia es limitada frente a otros sectores del gobierno, como el Ministerio de Minas y Energía y Petrobras.

Consecuencias catastróficas: un futuro inhabitable

Si el calentamiento global se descontrola, grandes áreas de Brasil podrían volverse inhabitables. Proyecciones indican que regiones como el Amazonas, São Paulo y Río de Janeiro experimentarían temperaturas superiores a 35°C en condiciones secas, lo que provocaría una mortalidad masiva. El noreste del país, ya afectado por la sequía, podría convertirse en un desierto.

Expertos advierten que, sin un cambio drástico en las políticas actuales, Brasil enfrentará una crisis humanitaria y ambiental sin precedentes.

La pregunta que queda en el aire es si el presidente Lula despertará a tiempo para evitar una catástrofe climática. Mientras tanto, la comunidad científica y las organizaciones ambientales continúan presionando para que se tomen medidas urgentes y decisivas. El futuro de Brasil, y del planeta, depende de ello.