Restauración vegetal en el desierto argentino: desafíos y avances

Científicos evalúan la efectividad de la regeneración natural asistida en el desierto de Monte, afectado por la explotación petrolera, destacando la importancia del microbioma del suelo.
Mongabay Environmental News
Personas con cascos y herramientas en un terreno árido.
Imagen de varias personas con cascos trabajando en una zona desértica bajo un cielo despejado.

La restauración vegetal en el desierto argentino: un desafío científico frente a la huella del petróleo

En el desierto de Monte, en la provincia de Neuquén (Argentina), científicos han evaluado por primera vez la efectividad de una técnica de regeneración natural asistida (RNA) utilizada para restaurar zonas degradadas por la explotación petrolera. Aunque la técnica ha mostrado resultados mixtos, los investigadores destacan la presencia inesperada de especies clave y subrayan la necesidad de profundizar en el estudio del microbioma del suelo para mejorar la recuperación de estos ecosistemas áridos.

Un desierto bajo presión: la huella del petróleo

El desierto de Monte, en Argentina, es un entorno extremo donde las plantas luchan por sobrevivir. Las temperaturas fluctúan drásticamente, las lluvias son escasas y el suelo carece de nutrientes. A estas condiciones ya de por sí adversas, se suma el impacto de décadas de explotación petrolera y, más recientemente, del fracking. Cientos de sitios han quedado desprovistos de vegetación, con suelos compactados y alterados, lo que dificulta la recolonización natural de las plantas.

Desde 1999, la legislación de Neuquén exige a las empresas petroleras que, al desmantelar una plataforma de perforación, realicen surcos de 15 centímetros de profundidad en el suelo compactado. Esta técnica de RNA busca crear condiciones que favorezcan la regeneración natural de la vegetación. Sin embargo, hasta ahora, su efectividad no había sido evaluada científicamente.

Resultados sorprendentes, pero insuficientes

Un estudio liderado por Florencia del Mar González, investigadora de la Universidad Nacional del Comahue, comparó 16 sitios restaurados con áreas no perturbadas del desierto. Tras cinco años, los sitios restaurados mostraron una densidad y cobertura vegetal significativamente menor que las áreas de referencia. Sin embargo, los investigadores se sorprendieron al encontrar que el 40% de las especies presentes en zonas no perturbadas también estaban presentes en los sitios restaurados, incluyendo algunas especies clave como *Larrea divaricata*, conocida como \»planta nodriza\» por su capacidad para mejorar las condiciones del suelo y facilitar el crecimiento de otras especies.

Nos sorprendió encontrar cierta respuesta del ecosistema en algunos de los lugares que visitamos”, explicó González. “Esto nos llevó a preguntarnos qué estaba ocurriendo realmente en estos sitios.

El papel crucial del microbioma del suelo

James Aronson, científico emérito del Missouri Botanical Garden, destacó la importancia de estudiar el microbioma del suelo en futuras investigaciones. “Si quieres restaurar tierras áridas, debes prestar mucha atención a lo que ocurre bajo tierra”, afirmó. En los desiertos, muchas plantas dependen de relaciones simbióticas con microbios y hongos para sobrevivir. Estas comunidades microbianas, eliminadas durante la construcción de las plataformas petroleras, son esenciales para la recuperación de la vegetación.

Aronson también subrayó que la restauración en ambientes desérticos es un proceso lento, que puede tardar décadas en mostrar resultados visibles. “En los primeros 10 años de un proyecto exitoso, es posible que no veas nada a simple vista”, advirtió.

Hacia una restauración más activa

Los investigadores coinciden en que, aunque la RNA es un paso importante, se necesitan intervenciones más activas para acelerar la recuperación de estos ecosistemas degradados. González y su equipo están trabajando en un estudio que evalúa la introducción de plantas nodriza en sitios modificados con RNA, con el objetivo de mejorar la colonización vegetal.

Frente a las crisis humanitarias, el cambio climático y la extinción de especies, debemos trabajar en la restauración activa, no solo en tierras áridas, sino en todos los ecosistemas”, afirmó Aronson. “Si queremos ir más allá de esfuerzos simbólicos o de ‘greenwashing’, debemos invertir en un espectro completo de intervenciones, desde las pasivas hasta las más activas.

Implicaciones globales

La investigación en el desierto de Monte no solo tiene relevancia local. Los hallazgos podrían aplicarse a otros entornos degradados por actividades humanas, como la construcción de carreteras o infraestructuras.Al final del día, una plataforma petrolera es un área despejada sin cobertura vegetal, con suelo dañado y compactado”, explicó González. “Cuando desarrollas cualquier infraestructura, se generan impactos ambientales similares. Por eso, siempre estamos pensando en metodologías y estrategias para aumentar la escala de la recuperación.

El estudio de González y su equipo marca un hito en la comprensión de la restauración ecológica en tierras áridas. Aunque la RNA ha mostrado limitaciones, la presencia de especies clave y el potencial del microbioma del suelo abren nuevas vías para mejorar estas técnicas. En un mundo donde la degradación ambiental avanza rápidamente, la restauración activa y basada en la ciencia se presenta como una herramienta esencial para recuperar los ecosistemas perdidos.