Progresistas de San Francisco envidian el éxito socialista en Nueva York
Zohran Mamdani, socialista de 33 años, ganó las primarias demócratas para alcaldía en Nueva York. Mientras, San Francisco se aleja de políticas progresistas, recortando programas sociales y reduciendo impuestos a inmobiliarias. El contraste refleja un electorado más conservador y envejecido, dominado por la industria tecnológica.
«Nueva York avanza, San Francisco retrocede»
El triunfo de Mamdani en Nueva York incluye promesas como transporte gratuito, guarderías públicas y congelar alquileres. En cambio, San Francisco «ha perdido a la clase media», según Jane Kim, exsupervisora y líder del Partido Working Families. La ciudad ahora prioriza recortes fiscales y medidas moderadas, impulsadas por alcaldes como Daniel Lurie, heredero de Levi Strauss.
El peso de la tecnología
La industria tecnológica ha moldeado el cambio político, con empresarios invirtiendo millones en campañas moderadas. Aditya Bhumbla, cofundador del capítulo local de los Socialistas Democráticos de América (DSA), reconoce que «San Francisco es un lugar contradictorio y desigual», pero aún así, un símbolo clave para la lucha progresista.
Diferencias demográficas
Nueva York mantiene un electorado joven y diverso, mientras San Francisco se ha vuelto más rico y envejecido. El último candidato progresista local, Aaron Peskin, quedó tercero en las elecciones de 2024, frente a Lurie, quien gastó más de 10 millones de dólares de fondos familiares.
De la utopía progresista al centro político
San Francisco fue históricamente un bastión de izquierda, pero la crisis de vivienda, el aumento de la desigualdad y la presión de grupos tecnológicos han desplazado su agenda. Los votantes ahora exigen soluciones pragmáticas frente a problemas como la delincuencia y el consumo de fentanilo.
¿Un futuro más rojo?
Los progresistas locales esperan que el regreso de Donald Trump a la presidencia reactive su movimiento, como ocurrió en Nueva York. Dean Preston, exsupervisor socialista, ve en Mamdani un «presagio» de cambio, aunque admite que el dominio tecnológico y la polarización complican el camino.