El ‘rave’ virtual se dispara con fiestas de 60 horas y consumo de drogas
VRChat superó los 130.000 usuarios simultáneos en Año Nuevo. La plataforma de realidad virtual atrae a jóvenes, LGBT+ y adultos mayores con fiestas sin límites físicos, aunque algunos usuarios reportan problemas de adicción y excesos.
«Un paraíso inclusivo… con riesgos»
La escena de clubbing en VR explotó tras los confinamientos por Covid-19. «Es mágico si te adaptas, pero sin autocontrol es interminable», admite O’Rourke, un usuario que organiza fiestas virtuales desde Dublín. La ausencia de horarios y regulaciones permite maratones de baile, aunque algunos participantes han necesitado desintoxicación médica por abuso de alcohol o ketamina.
Avatares y anonimato
Los usuarios eligen identidades digitales, desde personajes anime hasta avatares con capacidades eróticas. Ru, una DJ trans de Ohio, destaca que en VR «la música es increíble y el acoso es menor». Pero también hay espacios como PSHQ, un club con actividades sexuales virtuales que genera controversia.
De la pantalla al mundo real
Para algunos, como Luna (Países Bajos), estas fiestas fueron una tabla de salvación social. Conoció a su pareja actual en un evento virtual. Otros, como Heelix (61 años), usan VR para combatir la soledad: «Aquí tengo amigos; en la vida real, ya no salgo».
Cuando la utopía digital tiene grietas
Expertos advierten riesgos: desorientación cognitiva por mezclar drogas y VR, o el aislamiento progresivo de la realidad. VRChat implementó verificación de edad en 2025 tras denuncias de menores en espacios adultos. La plataforma afirma priorizar la seguridad con herramientas de bloqueo.
¿El futuro del ocio nocturno?
Mientras cierran clubes físicos por costes y regulaciones, el metaverso ofrece fiestas gratuitas sin límites geográficos. Promotores como James Campbell ya organizan eventos híbridos, llevando a ravers virtuales a locales reales. Pero la falta de estudios a largo plazo deja incógnitas sobre su impacto social.