Periodista Megan Greenwell denuncia el impacto del capital privado en EE.UU.
12 millones de trabajadores estadounidenses dependen de empresas controladas por fondos de capital privado. La autora expone en su libro «Bad Company» cómo este modelo financiero perjudica sectores clave como la salud y el comercio minorista. La obra se centra en historias de afectados y sus estrategias de resistencia.
«El sueño americano, desmantelado por la ingeniería financiera»
Megan Greenwell, exredactora de WIRED, detalla en su nuevo libro cómo los fondos de capital privado (PE) compran empresas para extraer beneficios sin mejorar sus operaciones. «No se trata de hacer crecer la compañía, sino de exprimirla», afirma. Su investigación sigue a cuatro afectados: desde un médico rural hasta una exsupervisora de Toys «R» Us.
Tácticas de extracción
Los PE transfieren deudas a las empresas adquiridas, venden sus inmuebles y luego les cobran alquiler. El 8% de la fuerza laboral estadounidense trabaja para compañías controladas por estos fondos, según Greenwell. Sectores como hospitales, medios locales y minoristas son especialmente vulnerables.
Resistencia desde las bases
Los trabajadores afectados han presionado a fondos de pensiones públicos —principales inversores en PE— con testimonios crudos. «Explicaban cómo no podían alimentar a sus familias tras los despidos», relata la autora. Otros buscan reinventar sus industrias o impulsar regulaciones.
De la promesa inicial al descalabro
El modelo PE surgió en los 60 para financiar pequeñas empresas familiares, pero escaló en la década de 2010 con dinero barato y políticas laxas. «No crearon los problemas estructurales, pero los explotaron sin reparos», señala Greenwell. Sectores como la vivienda y la salud ya estaban debilitados antes de su llegada.
Un sistema que prioriza el beneficio sobre las personas
El libro documenta cómo el capital privado ha reemplazado la innovación por estrategias financieras agresivas. Aunque evita señalar a los PE como únicos responsables, revela su papel clave en la desigualdad económica actual. Las historias de resistencia ofrecen un contrapunto esperanzador dentro del panorama desolador.