Opositores bolivianos condenan violencia evista en Llallagua

Dos policías fallecidos y diez heridos en ataques con dinamita y armas de fuego en Llallagua. Líderes opositores exigen elecciones del 17 de agosto como salida democrática a la crisis.
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Opositores bolivianos condenan violencia evista en Llallagua

Dos policías fallecidos y diez heridos en ataques con dinamita y armas de fuego. Líderes opositores exigen elecciones del 17 de agosto como salida a la crisis. Los hechos ocurrieron este miércoles en el norte de Potosí, donde bloqueadores atacaron a fuerzas de seguridad y civiles.

«Una escalada terrorista que no podemos permitir»

Los expresidentes y candidatos opositores Carlos Mesa, Jorge Quiroga, Samuel Doria Medina y Manfred Reyes Villa unificaron su rechazo a los ataques en Llallagua. «Condeno enérgicamente las acciones criminales que ocasionaron la muerte de dos policías», declaró Mesa, culpando al Gobierno de Luis Arce por su «permisividad» ante la violencia del sector evista.

Repercusión ciudadana

Los bloqueadores emboscaron a una caravana policial, saquearon comercios y atacaron la Universidad Siglo XX. La Fiscalía inició una investigación para identificar a los responsables de las muertes. Los pobladores denunciaron hostigamiento con explosivos y disparos.

Elecciones o caos

Todos los líderes opositores coincidieron en que las elecciones del 17 de agosto son «la única salida democrática». Quiroga advirtió que «los golpistas quieren enterrar el proceso electoral», mientras Doria Medina acusó a Evo Morales de usar la violencia para forzar su habilitación como candidato. Reyes Villa calificó los hechos de «consecuencia directa de una violencia descontrolada».

Un país en el filo

Bolivia enfrenta una crisis política desde 2020, agravada por la polarización entre el oficialismo y el evismo. Los bloqueos y enfrentamientos se han intensificado en semanas previas a las elecciones, con episodios recurrentes de violencia en regiones como Potosí y Cochabamba.

El costo de la ambición

El conflicto en Llallagua evidencia la fractura interna del MAS y su impacto en la seguridad ciudadana. La presión sobre el Gobierno para garantizar elecciones pacíficas crece, mientras la oposición insiste en que la solución pasa por las urnas.