Tres mujeres peruanas reivindican sus raíces indígenas en España
Jackeline, Juliette y Johanna reconstruyen su identidad a través del arte y rituales ancestrales. Migrantes en Madrid, enfrentan discriminación mientras rescatan tradiciones que sus familias abandonaron para integrarse. Sus historias reflejan la lucha antirracista en un contexto de auge de la extrema derecha.
«La hoja de coca como acto de resistencia»
Las tres warmis (mujeres) indígenas peruanas comparten un viaje similar: migraron o crecieron en España sintiéndose desplazadas hasta reconectar con la Pachamama. Jackeline Sosa (45 años), Johanna Casafranca (37) y Juliette Robles (34) usan el arte, la música y el activismo para sanar heridas coloniales. «Fui efecto de la migración interna que borró nuestro quechua», explica Sosa, quien realiza ofrendas con hojas de coca en Madrid.
Reconexión forzada por el racismo
El abogado mexicano Erik Guerrero señala que la regularización migratoria permite expresar su identidad. Juliette, hija de peruanos en Barcelona, sufrió bullying por sus rasgos andinos: «Quise ser más ‘Wiener’ (apellido europeo) que ‘Bravo’ para evitar dolor», confiesa. Johanna, tras 13 años en Perú, regresó a Madrid con rituales aprendidos: «Es una venganza histórica revolucionar su sistema».
Huellas de un desarraigo heredado
Elvira Espejo, experta boliviana en culturas indígenas, explica que la migración rompe el vínculo con la tierra y el ayllu (comunidad). Las protagonistas son nietas de familias que ocultaron su idioma y costumbres para sobrevivir en ciudades. Jackeline recuperó el quechua en España; Juliette canta en esa lengua, y Johanna fundó una editorial con símbolos ancestrales.
Madrid, escenario de lucha y sanación
Las tres integran colectivos antirracistas mientras grupos neonazis como Núcleo Nacional marchan en la capital española. Sosa dirige ceremonias como el Inti Raymi; Robles compone música sobre su dualidad identitaria, y Casafranca edita libros que unen Cusco con Madrid. «Ahora mi habitación huele a hierbas como la de mi abuela», dice Jackeline.
De víctimas a maestras ritualistas
El reportaje, parte del taller Cambiar la Mirada, muestra cómo transformaron el dolor en resistencia. Juliette superó una violación en Perú con rituales andinos; Johanna sanó en la selva, y Jackeline espera volver a Lima «parecida a su abuela Saturnina». Sus trayectos ilustran la diáspora indígena en Europa, donde reconstruyen lo que el colonialismo fragmentó.
El arte como puente entre dos mundos
Mientras España debate el racismo, ellas tejen redes con otros migrantes. Juliette canta en quechua, Johanna imprime libros entre Cusco y Madrid, y Jackeline enseña ceremonias. «Honramos a nuestras abuelas para que las nuevas generaciones no sufran», concluye Sosa. Sus historias, como huacos retrato, moldean una identidad que trasciende fronteras.