Invertir en startups de IA en crecimiento se vuelve más arriesgado y complejo
Empresas emergentes alcanzan valoraciones millonarias en solo 12 meses, pero carecen de infraestructura sólida. Expertos advierten sobre la dificultad de evaluar su madurez real en un mercado dominado por gigantes como OpenAI y Google. El análisis surge de las declaraciones de Jill Chase, socia de CapitalG, en el evento TechCrunch AI Sessions.
«Crecimiento récord, pero con pies de barro»
Jill Chase destacó que algunas startups de IA logran 50 millones de dólares en ingresos anuales y valoraciones de más de 1.000 millones en su primer año. Sin embargo, «carecen de equipos directivos consolidados, protocolos de seguridad o capacidad de adaptación a largo plazo». Ejemplificó el caso de Cursor, una startup de generación de código, que deberá reinventarse ante la llegada de «ingenieros de software con IA» este año.
El dilema de los inversores
Chase señaló que el ritmo acelerado del sector obliga a apostar por fundadores con visión anticipatoria. «¿Quién sabe si alguien en un garaje creará algo mejor en 12 meses?», cuestionó. La clave, según ella, radica en evaluar la capacidad de adaptación y el enfoque en nichos específicos, como hizo Cursor con la generación de código.
Un ecosistema en aceleración forzada
El texto describe un panorama donde las grandes tecnológicas absorben rápidamente innovaciones, mientras las startups intentan escalar antes de consolidarse. Chase mencionó que esta dinámica, aunque emocionante, complica las decisiones de inversión al difuminar las líneas entre etapas de crecimiento.
Mirando más allá de la euforia
El riesgo actual exige a los inversores analizar no solo el potencial, sino la capacidad de las startups para evolucionar con los avances tecnológicos. El caso de Cursor ilustra cómo el éxito inicial puede volverse obsoleto en meses, obligando a reinvenciones constantes en un mercado hipercompetitivo.