180 colaboradores de la Compañía de Jesús se forman como agentes contra la violencia
La segunda edición del curso formó a participantes de 10 obras jesuitas. Se realizó del 18 de marzo al 13 de mayo en Bolivia, abordando derechos de grupos vulnerables y marco legal. La iniciativa busca crear espacios libres de violencia.
«Construyendo una sociedad más segura desde las bases»
La psicóloga Sandra Carvajal, delegada del Centro de Promoción de Ambientes Sanos y Seguros, destacó que el objetivo es formar «agentes de cambio». Los participantes incluyeron jesuitas y laicos de colegios, medios como Radio Fides y ANF, así como parroquias e instituciones aliadas como la CRSM-San Juan de Dios.
Contenidos y alcance
El curso trató violencia sexual, derechos de niños y adultos mayores, y marco legal. Es la continuación de una primera versión en la que participaron 100 educadores de Fe y Alegría. Carvajal anunció que habrá una tercera y posiblemente cuarta edición para abarcar a más colaboradores.
«Factores que perpetúan la violencia»
Carvajal identificó patrones como historias familiares violentas, consumo de alcohol y machismo. Advirtió que estos se repiten generacionalmente, creando «violencia estructural». Aunque destacó que algunas personas logran romper el ciclo mediante resiliencia y gestión emocional, subrayó que «es un proceso».
Preocupación por las estadísticas
La delegada expresó alarma por el aumento de violencia contra niños, mujeres y adolescentes, especialmente sexual. Criticó la naturalización de estas agresiones y la falta de recursos para combatirlas, urgiendo a las autoridades a actuar.
Una semilla plantada en terreno difícil
Bolivia enfrenta altos índices de violencia intrafamiliar y de género, con marcos legales que avanzan pero con desafíos en aplicación. La Compañía de Jesús retoma su tradición de trabajo social con este programa, que ya capacitó a 280 personas en total.
Un compromiso a largo plazo
El proyecto perfila expandirse para cubrir más instituciones, aunque su impacto real dependerá de la aplicación práctica de lo aprendido. La formación busca cambiar patrones culturales arraigados, un desafío complejo en un país con altas tasas de violencia estructural.