Bolivia enfrenta elecciones críticas con 58,8% de pobreza extrema rural
6 de cada 10 bolivianos rurales viven con menos de 1 dólar diario. La pobreza urbana subió del 36% al 44% por inflación, según Jubileo. Los candidatos no presentan soluciones concretas ante la crisis económica e institucional.
«La población está desorientada y en inseguridad permanente»
Juan Carlos Núñez, director de la Fundación Jubileo, afirma que los bolivianos enfrentan incertidumbre por la crisis económica y las decisiones judiciales sobre las elecciones. El TSJ y el TCP controlan qué partidos participan, mientras el TSE recibe amenazas de encarcelamiento si no acata sus órdenes.
El costo real de la canasta familiar
Jubileo revela que los datos oficiales del INE no reflejan el aumento del 20% en alimentos. Una persona en pobreza extrema urbana necesita Bs 579,7 mensuales (no Bs 468), y una familia de cuatro requiere Bs 2.318,8. En zonas rurales, el desfase llega a Bs 560 mensuales por familia.
Propuestas electorales sin sustento
Los candidatos plantean medidas genéricas como inyectar millones de dólares o cooperación internacional, pero no explican cómo ejecutarán sus planes. Jubileo critica que se limiten a discursos sin abordar la estabilización económica urgente.
De cifras oficiales a la realidad
En 2021, el gobierno celebró reducir la pobreza extrema al 11,1%, pero los cálculos actuales con inflación la elevan al 17,5% a nivel nacional. En áreas rurales, el 58,8% vive en pobreza extrema, y la moderada urbana pasó del 30,2% al 38%.
Un país que no alcanza el salario mínimo
El estudio destaca que una familia rural en extrema pobreza necesita hasta Bs 560 mensuales, equivalente a una quinta parte del salario mínimo nacional (Bs 2.750). La brecha entre datos oficiales y realidad crece por la devaluación del boliviano y la inflación acumulada.
Elecciones con pobreza como telón de fondo
La eficacia de las propuestas electorales dependerá de su adaptación a la crisis real. Jubileo insiste en que los candidatos deben priorizar soluciones concretas, no promesas abstractas, para revertir el empobrecimiento acelerado.