Exagentes revelan nuevos datos sobre la caza del «Cuarto Hombre» en EE.UU.
Dos exinvestigadores desvelan detalles inéditos sobre la mayor incógnita de espionaje estadounidense. El caso, iniciado en 1985, sigue abierto y podría verse afectado por los planes del actual director del FBI, Kash Patel, de reorientar la agencia.
«Tenemos un espía en este lugar»
Entre 1985 y 2006, la CIA y el FBI identificaron a tres espías soviéticos responsables de la muerte de más de una decena de agentes estadounidenses. Sin embargo, «quedan operaciones comprometidas que no se explican», según David Szady, exdirector de contrainteligencia del FBI. La búsqueda de un posible «Cuarto Hombre» continúa, pero podría debilitarse si Patel reduce los recursos dedicados a esta área.
Una investigación con víctimas y errores
El primer espía descubierto fue Aldrich Ames, un oficial de la CIA que traicionó a al menos 10 agentes. Más tarde, el FBI arrestó a Robert Hanssen, uno de sus propios analistas. Pero ni ellos ni Edward Lee Howard (un exagente fugado) explicaban todas las filtraciones. La investigación llevó a sospechas erróneas, como la del oficial Brian Kelley, cuya vida quedó marcada pese a su inocencia.
¿Un enemigo interno en la CIA?
En 2005, el FBI investigó a Paul Redmond, exjefe de contrainteligencia de la CIA, tras nuevas pistas. Redmond, que cooperó, fue descartado en 2007. «No estoy enfadado por la investigación. Yo habría hecho lo mismo», admitió. Mientras, Milt Bearden, exdirector de operaciones de la CIA, asegura: «Estoy convencido de que era alguien de la agencia».
La sombra de la desinformación
Durante la Guerra Fría, el KGB envió agentes dobles y falsas pistas para confundir a EE.UU. Michael Sellers, exagente arrestado en Moscú en 1986, advierte: «El 98% de lo que dicen es cierto, pero el 2% restante puede destruirte». Hoy, Rusia podría seguir manipulando la narrativa para proteger a un posible espía no descubierto.
Un futuro incierto para la caza de espías
Kash Patel, director del FBI desde 2024, ha criticado públicamente a la agencia y sugiere reducir su enfoque en inteligencia. Expertos como Frank Figliuzzi temen que esto facilite infiltraciones de potencias rivales. «Vamos a detectar menos espías y solo cuando sea tarde», alertó. Szady y Redmond coinciden: debilitar la contrainteligencia sería «una locura», dado el tiempo y recursos que requieren estos casos.
La herida sigue abierta
Cuarenta años después, el misterio del «Cuarto Hombre» persiste. Sin nuevas fuentes rusas, resolverlo será difícil. Pero, como resume Szady: «No hay prescripción para el espionaje». Mientras, Sellers recuerda a los agentes ejecutados: «Si hay un ‘Cuarto Hombre’, tiene sangre en las manos».