Elon Musk pierde protagonismo en la segunda administración de Trump
El magnate tecnológico ha desaparecido del discurso republicano tras meses de alta visibilidad. Su caída en las encuestas y el revés en Wisconsin reducen su influencia política, aunque mantiene acceso a la Casa Blanca.
De omnipresente a invisible
Elon Musk, antes figura recurrente en reuniones oficiales y redes de Trump, ahora rara vez es mencionado. El presidente no lo nombra en Truth Social desde abril, y los correos de recaudación republicanos eliminaron sus referencias. «Extraño su presencia», admitió el senador John Kennedy (R-LA), aunque otros ven ventajas en su bajo perfil.
Razones del declive
Las encuestas muestran su creciente impopularidad, incluso entre votantes clave republicanos. En abril, su respaldo al candidato conservador en las elecciones judiciales de Wisconsin terminó en una derrota por 10 puntos, donde los demócratas lo usaron como arma electoral. Además, el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), que lideró, perdió relevancia frente a temas como aranceles.
Un retiro estratégico
Republicanos como David McIntosh (Club for Growth) sugieren que Musk debe operar «entre bastidores» para evitar dañar al partido. Sin embargo, sigue siendo un aliado financiero clave: aportó 290 millones de dólares en 2024 y acompañó a Trump en una gira reciente por Arabia Saudí.
Los demócratas no bajan la guardia
Aunque su visibilidad mengua, sigue siendo un «villano útil» para la oposición. En Nueva Jersey, 4 de 6 candidatos demócratas a gobernador lo mencionan en sus anuncios, aunque ahora lo vinculan más a Trump que como figura independiente.
De la Casa Blanca al segundo plano
Musk fue pieza central en los primeros meses del segundo mandato de Trump: asistió a reuniones clave, viajó en el Air Force One y promovió recortes en el DOGE. Su nombramiento como empleado especial del gobierno (con vigencia hasta mayo de 2025) le dio influencia directa, pero también lo expuso a críticas.
Sin despedidas definitivas
El magnate conserva acceso a círculos de poder y su maquinaria de influencia, pero su papel público se redefine. Los republicanos evitan asociarse con su impopularidad, mientras los demócratas ajustan su estrategia para usarlo como símbolo del «musk-trumpismo» en las elecciones de 2026.