ITEI denuncia torturas sexuales sistemáticas en detenciones bolivianas
Mujeres bajo custodia sufren violaciones con objetos y desnudez forzada. La directora del ITEI, Emma Bravo, revela patrones de violencia sexual en comisarías y cárceles. Ocurre con complicidad institucional y afecta principalmente a grupos vulnerables. Datos recogidos hasta abril de 2025.
«Toqueteos, violaciones y objetos: el infierno silenciado»
Emma Bravo detalla que la tortura sexual comienza con «toqueteos» y escala hasta violaciones con partes del cuerpo u objetos. «Las mujeres detenidas por la Ley 1008 lo normalizan por miedo o vergüenza», explica. Un caso emblemático: dos mujeres que denunciaron abusos a una menor fueron acusadas falsamente de trata y sufrieron desnudez forzada bajo el pretexto de «buscar drogas».
Hombres también víctimas, pero sin denuncias
Bravo confirma que los varones padecen tortura sexual, aunque casi no se reporta por estigma. «Existe, pero es muy difícil que lo admitan», señala. La Corte Interamericana y Amnistía Internacional clasifican estas prácticas como violencia sexual y tortura.
«Policías, militares y cómplices en togados»
Los abusos ocurren en la FELCC, cuarteles, cárceles y la Escuela de Cóndores. Bravo subraya que jueces y fiscales encubren los hechos. «Torturan para obtener confesiones antes de presentar a detenidos ante la prensa», denuncia. Tres mujeres fueron forzadas a declarar bajo tortura en celdas de la FELCC, pero el ministro de Gobierno las exhibió como «confesas».
Un ciclo sin fin
La violencia continúa en traslados entre prisiones, régimen de incomunicación o como castigo interno. «Es un patrón repetido durante décadas», insiste Bravo. Las víctimas son seleccionadas por su género, etnia, orientación sexual o pobreza.
Raíces de una práctica institucionalizada
El ITEI documenta que la tortura persiste desde dictaduras hasta gobiernos democráticos, con más casos registrados en períodos electos. La falta de regulación a policías y militares, por temor a golpes de Estado, perpetúa la impunidad.
Un sistema que prefiere no ver
Los testimonios recogidos por el ITEI demuestran que Bolivia mantiene una estructura de tortura arraigada y tolerada. Pese a las sentencias internacionales, las instituciones omiten su deber de protección, especialmente con los grupos más vulnerables.