La Virgen de Guadalupe inició su vínculo con Chuquisaca en 1602
La imagen de la Virgen de Guadalupe llegó a Chuquisaca en enero de 1602, pintada por el fraile español Diego de Ocaña. Su origen está en el santuario de Extremadura, España. El sacerdote e historiador Bernardo Gantier explica la historia de esta devoción.
Un viaje desde España hasta los Andes
El culto a la Virgen de Guadalupe se originó en Extremadura, España. A finales del siglo XVI, el convento de Guadalupe envió a dos religiosos a América. Su misión era promover cofradías y recaudar fondos. Solo fray Diego de Ocaña completó el viaje, llegando a Potosí tras cruzar a pie Perú, Chile y Argentina.
El milagro que forjó la devoción
En Chuquisaca, Ocaña pintó la imagen. Según su diario, un terremoto cesó cuando él la invocó durante una misa en la catedral. Al sacar la obra terminada en procesión en 1602, la población “quedó vacilada”. Damas y caballeros le prendieron sus joyas, iniciando “un amor a primera vista” según Gantier.
Las joyas que narran la historia
El manto de la Virgen acumula joyas que son reliquias históricas. Una de ellas es un cofrecito de oro con la bala que hirió al presidente Isidoro Belzú. También posee cruces de arzobispos y una cruz del mariscal Antonio José de Sucre. Cada pieza representa un hecho importante de Chuquisaca y Bolivia.
Antecedentes en un santuario medieval
El culto en España comenzó cuando un pastor halló una imagen en Extremadura. Primero se construyó un santuario, luego una ermita, una iglesia y finalmente una gran basílica. Durante la Edad Media, el lugar tuvo una gran afluencia de peregrinos de toda la península ibérica.
Cierre: Un patrimonio vivo
La historia de la imagen, desde su creación por Ocaña hasta las ofrendas que guarda, la convierte en un símbolo patrimonial. La devoción perdura, con la festividad de la Virgen reconocida como patrimonio cultural. El vínculo entre la imagen y la región se mantiene vigente.