Nueva estrategia de seguridad de EE. UU. prioriza fronteras, hemisferio y rivalidad con China
El documento declara el fin de la «era de la migración masiva» y eleva a prioridad máxima la cohesión social y la fuerza industrial nacional. La estrategia de seguridad nacional presentada por la administración Trump redefine las prioridades de Washington, desplazando el foco desde el orden global hacia la seguridad interna y la competencia regional.
Los pilares internos de la nueva doctrina
La estrategia establece que el poder de EE. UU. debe comenzar con fronteras seguras, industria nacional y energía barata. El control fronterizo se define como la primera línea de seguridad nacional. El texto vincula la seguridad a empleos fabriles, energía fósil y nuclear barata, y una industria armamentística más grande. Para lectores en el extranjero, el mensaje es que Washington ahora trata la cohesión social y la fuerza industrial como activos estratégicos.
Un «América Primero» redefinido
La estrategia promete paz mediante la fortaleza y una «preferencia» por la no intervención. Los aliados de la OTAN son presionados para alcanzar un gasto en defensa del 5% del PIB. El comercio se replantea como una herramienta de poder, donde los aranceles y la relocalización son instrumentos para proteger cadenas de suministro y minerales críticos.
América Latina en el centro de la estrategia
La región obtiene una prominencia inusual. Una «Corolario Trump» a la Doctrina Monroe advierte que potencias extra-regionales no deben controlar puertos, activos energéticos o bases en el hemisferio. Estados Unidos señala más presión sobre los cárteles, incluido el posible uso de la fuerza, y un impulso para atraer manufactura y financiación de infraestructuras hacia proyectos respaldados por EE. UU.
China como rival a largo plazo
China es presentada como el rival que aprovechó la apertura occidental. La estrategia responde con una mezcla de defensa comercial, controles tecnológicos y disuasión militar, construida con socios como Japón, India y Australia. Para exportadores asiáticos y latinoamericanos, esto significa más presión para elegir bando en tecnología, 5G, puertos y proyectos de tierras raras.
Un replanteamiento de las alianzas globales
Europa aparece como un socio necesario pero problemático. Washington quiere una Europa fuerte para ayudar a equilibrar a Rusia, pero deja claro que las guerras de duración indefinida están fuera de la mesa. Se presentan como prioridades terminar el conflicto en Ucrania en términos negociables y abrir más los mercados europeos a las empresas estadounidenses.
Un nuevo tono para las relaciones internacionales
La estrategia refleja un cambio hacia un enfoque más transaccional y menos «globalista». Oriente Medio y África son replanteados como lugares para acuerdos, no ocupaciones. El documento transmite que la principal potencia militar mundial seguirá liderando, pero en términos más duros y transaccionales. Cada capital, especialmente en las Américas, deberá decidir de qué lado de esta nueva línea quiere estar.