Bienal de Bujara consolida a Uzbekistán como nodo cultural en Asia Central
70 proyectos de 160 artistas internacionales en la primera Bienal de Bujara. La cita, que se desarrolla hasta el 20 de noviembre, asocia creadores con artesanos locales en edificios históricos reabiertos.
Un modelo contra la fatiga bienalera
La Bienal, curada por Diana Campbell, prescinde del cubo blanco y sitúa todas las obras al aire libre en mezquitas, madrazas y caravasares recién rehabilitados. La revista Frieze la califica como una respuesta virtuosa al escepticismo ante las exposiciones de gran escala.
Artesanía como eje central
El proyecto eclipsa la digitalización y prioriza la cerámica, los textiles y el mosaico. Todos los artesanos participan en la materialización y figuran en los créditos de las obras, que permanecerán en el país.
Revitalización urbana y cultural
La Bienal forma parte de un programa estatal de modernización a través de la cultura, impulsado por la Fundación para el Desarrollo del Arte y la Cultura. El modelo sigue la estela de los países del Golfo, pero a distinto ritmo y sin petrodólares.
Repercusión en el público local
Para la mayoría del público uzbeko, esta exposición supone el primer contacto con el arte contemporáneo. La organización destacó el desafío de acercar nuevas cosmovisiones a artesanos y audiencias locales.
Antecedentes en la Ruta de la Seda
Bujara se consolidó en el siglo XIV como una posta neurálgica en la Ruta de la Seda. Sus caravasares, antecedentes de los hoteles y centros comerciales, acogen ahora las obras de esta Bienal, vinculando el pasado comercial con el presente cultural.
Un cierre con impacto regional
La Bienal de Bujara afirma saberes antiguos y enfatiza la hospitalidad y convivencia multicultural. Este evento posiciona a Uzbekistán en el mapa del arte global, ofreciendo un modelo alternativo que revaloriza lo material y el trabajo colaborativo con artesanos.