Shein abre sus primeras tiendas físicas permanentes en Francia
Creará 200 empleos directos e indirectos. El coloso de la moda rápida inaugurará seis locales en noviembre, incluyendo uno en el emblemático BHV Marais de París, a través de una alianza con la Société des Grands Magasins (SGM).
Implantación en el corazón comercial francés
La marca, fundada en China en 2012 y con sede en Singapur, operará en cinco Galeries Lafayette de provincia: Dijon, Reims, Grenoble, Limoges y Angers. Este movimiento representa su primer despliegue global de tiendas físicas permanentes.
Reacción política y empresarial
La noticia ha generado un escándalo entre empresarios y políticos. El alcalde de Angers, Christophe Béchu, declaró que «Angers no ha elegido a Shein«, considerando que su llegada va en contra de sus convicciones de defender el comercio local.
Oposición institucional y ley en proceso
La alcaldía de París pidió a SGM que «reconsiderara» esta unión comercial, argumentando que equivale a respaldar un modelo basado en «la explotación social y la contaminación textil masiva«. La alcaldesa Anne Hidalgo expresó «profunda preocupación» por la decisión.
Presión legislativa contra la fast fashion
Diputados franceses trabajan en una ley contra la moda efímera para reducir su impacto económico y medioambiental. Han pedido al gobierno que acelere el proceso y que examine la estructura accionarial de SGM, especialmente sus negociaciones con el Banco de los Territorios.
Antecedentes de un gigante controvertido
Shein es principalmente conocida por vender ropa y accesorios a precios extremadamente bajos, con un gran número de referencias y usando un marketing muy agresivo. La compañía ha sido acusada de contaminación ambiental por los enormes volúmenes de ropa que pone en el mercado y está bajo sospecha por las condiciones laborales de sus proveedores.
Repercusión en el sector textil europeo
El sector textil y de la moda en Europa reprocha a Shein hacer competencia desleal frente a las empresas locales porque no cumple las mismas normas europeas sobre medio ambiente, derechos sociales y seguridad del consumidor. La Alianza del Comercio criticó que la colaboración confiere a la marca «una forma de reconocimiento, cuando su funcionamiento es contrario a los esfuerzos de transformación del sector».