Rodrigo Paz no reconoce a Venezuela y Nicaragua como democracias
El candidato presidencial del PDC anuncia un vínculo preponderante con Estados Unidos y Brasil. Fija su posición en relaciones internacionales, calificando los comicios venezolanos de 2024 de no ser libres ni justos. La declaración se produce en un contexto de cuestionamiento internacional a esos gobiernos.
Una nueva orientación en política exterior
El candidato presidencial del PDC, Rodrigo Paz, afirmó de manera contundente: “No reconozco a Venezuela como un sistema democrático. Así de claro”. Esta declaración se produjo tras ser consultado sobre si reconoce a Nicolás Maduro como presidente venezolano. Paz justificó su postura argumentando que se debe a la falta de transparencia electoral en ese país, cuyas elecciones de 2024 son cuestionadas por la comunidad internacional por no ser libres ni justas.
Ampliando la lista de regímenes no democráticos
Paz también incluyó a Nicaragua en la misma categoría, gobernada por Daniel Ortega, sobre quien pesan acusaciones de violación de los derechos humanos. Dicho país forma parte del eje del socialismo del Siglo XXI, según el candidato.
Brasil y EEUU como ejes de la nueva relación internacional
En su visión internacional, Paz explicó que en el continente americano hay dos “pesos pesados”. Anunció que la relación de su gobierno será “preponderante” con Estados Unidos y Brasil, a quienes definió como hermanos y países fronterizos. “Empecemos por ahí, Estados Unidos y Brasil van a ser preponderantes en nuestra relación”, comentó. A partir de ese eje continental, se miraría hacia Europa y otros espacios geopolíticos.
Un fracaso de 20 años
Paz evaluó la situación internacional actual de Bolivia como un “fracaso geopolítico y geoeconómico de 20 años”. Como prueba de ello, señaló el hecho de que para el Bicentenario no llegó al país ningún presidente de un país vecino, lo que para él evidencia el aislamiento resultante de las políticas anteriores.
Un giro en las alianzas internacionales
Las declaraciones del candidato presidencial marcan un punto de ruptura con la política exterior vigente, al deslegitimar abiertamente a gobiernos con los que Bolivia ha mantenido relaciones y al priorizar una alianza estratégica con potencias continentales como Estados Unidos y Brasil, lo que podría redefinir el posicionamiento del país en la región.