Irán pavimenta fosa común de 1979 y la convierte en estacionamiento
Los restos de ejecutados tras la Revolución Islámica podrían permanecer bajo el asfalto. Las autoridades de Teherán han confirmado la obra en el Lote 41 del cementerio Behesht-e Zahra. Un relator de la ONU vincula esta acción con el intento de ocultar evidencias de atrocidades.
La desaparición de un lugar de memoria
El Lote 41, una zona desértica en el cementerio más grande de Teherán, ha sido durante décadas el lugar de descanso de miles de opositores ejecutados tras la Revolución de 1979. Ahora, el sitio se está convirtiendo en un estacionamiento, con imágenes satelitales que confirman que los trabajos de pavimentación comenzaron en serio a principios de agosto. Un vicealcalde de Teherán, Davood Goudarzi, justificó la obra afirmando que en ese lugar «fueron enterrados hipócritas de los primeros días de la revolución».
Un patrón de destrucción
Shahin Nasiri, profesor de la Universidad de Ámsterdam, señala que «la mayoría de las tumbas y lápidas de los disidentes fueron profanadas» y que la decisión de construir el parking «encaja en este patrón más amplio y representa la fase final del proceso de destrucción». Esta acción se enmarca en una práctica más amplia de destrucción de cementerios, incluyendo los de bahaíes y manifestantes fallecidos en protestas recientes.
Justificación oficial y cuestionamiento legal
Las autoridades iraníes han reconocido los planes de crear el estacionamiento. El gerente del cementerio, Mohammad Javad Tajik, argumentó que facilitará las visitas a un lote vecino donde se enterrará a fallecidos en el reciente conflicto con Israel. Sin embargo, la medida parece contravenir las propias regulaciones de Irán, que exigen el consentimiento familiar para reutilizar terrenos de entierro después de 30 años. El abogado Mohsen Borhani criticó públicamente la decisión, calificándola de algo que «no es ni moral ni legal».
Un cementerio con profundo significado histórico
El cementerio Behesht-e Zahra se abrió en 1970 para aliviar la presión sobre los cementerios de una Teherán en crecimiento. Se convirtió en un lugar de profundo significado histórico tras la Revolución de 1979. El Gran Ayatolá Ruhollah Khomeini viajó primero a este cementerio a su regreso del exilio, y más tarde, los tribunales clericales que lideró emitieron las sentencias de muerte para quienes ahora yacen en el Lote 41. Se estima que entre 5.000 y 7.000 personas están enterradas en este sitio.
Un obstáculo más para la justicia
La pavimentación del Lote 41 supone una nueva barrera para los familiares de las víctimas que aún buscan las tumbas de sus seres queridos y persiguen justicia. La destrucción deliberada de estos sitios de entierro añade un obstáculo adicional a los esfuerzos de búsqueda de la verdad. Como señaló Hadi Ghaemi del Centro para los Derechos Humanos en Irán, la impunidad por las atrocidades se ha estado construyendo durante décadas en la República Islámica, creando una línea directa entre las masacres históricas y la represión actual.