Jóvenes bolivianos enfrentan alto desempleo pese a su formación académica
La tasa de desempleo entre jóvenes de 14 a 30 años alcanza el 6%. Unos 38.000 universitarios egresan anualmente a un mercado laboral donde el 80% de la oferta es informal, generando frustración y migración de talento, según explicó una especialista en radio.
Un panorama laboral desalentador
Muchos jóvenes en las principales ciudades capitales enfrentan desempleo y subempleo. La psicóloga organizacional Aldana Fernández explicó que “no hay contratos estables, no se generan beneficios sociales ni proyección de carrera”, lo que causa un fuerte desgaste emocional. La falta de oportunidades laborales formales y la escasa vinculación entre universidades y empresas limitan sus posibilidades.
Consecuencias para las familias y la sociedad
El desempleo juvenil repercute en las familias, ya que muchos jóvenes de 24 o 25 años continúan dependiendo económicamente de sus padres, generando tensiones y retrasando su independencia. La experta señaló que esto es una carga familiar y una frustración para los jóvenes, que sienten que sus esfuerzos académicos no tienen recompensa.
La fuga de un capital humano crucial
Un problema grave es la migración de talento. “En 2025, al menos mil estudiantes se fueron a España, además de Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos”, advirtió Fernández. El país está perdiendo capital humano valioso por la falta de oportunidades, lo que agrava la situación del mercado laboral local.
Raíces de un problema estructural
Bolivia cuenta con entre un 27 y 30% de población joven. Sin embargo, el mercado laboral es reducido y predominan la informalidad y la falta de políticas públicas efectivas. Los programas gubernamentales que prometen nuevos empleos no generan confianza debido a la falta de claridad en la planificación y condiciones laborales poco favorables.
Buscar soluciones en medio de la adversidad
La solución requiere responsabilidad individual y políticas públicas. Se necesita una formalización del empleo y cambios estructurales. Mientras, surgen señales alentadoras: más universidades implementan ferias de empleo y convenios para prácticas, y los jóvenes exploran formación digital y emprendimiento. Fortalecer la cooperación entre Estado, universidades y empresas es fundamental para transformar a la población juvenil en motor de desarrollo.