Sudáfrica profundiza su alianza con Irán desafiando a Occidente
La apuesta arriesga sanciones de EE.UU. y aísla a la nación. La relación, que nació del apoyo iraní contra el apartheid, se ha expandido a cooperación económica, política y militar. Esta postura desafía los intereses occidentales y tiene graves consecuencias económicas.
Una alianza forjada en la lucha
Los lazos se remontan a la lucha contra el apartheid. El gobierno revolucionario iraní impuso sanciones y brindó apoyo crucial a los movimientos de liberación, ofreciendo respaldo diplomático, armas, entrenamiento y refugio seguro al Congreso Nacional Africano (ANC) y al Congreso Panafricanista (PAC). Tras llegar al poder en 1994, Nelson Mandela restableció rápidamente las relaciones diplomáticas.
Expansión económica y política
La relación se ha convertido en una alianza multifacética. El comercio bilateral rondaba los 2.000 millones de dólares anuales antes de las recientes escaladas. Empresas sudafricanas como MTN y Sasol mantuvieron importantes inversiones en Irán. Políticamente, Sudáfrica ha protegido consistentemente a Irán de la presión internacional, abogando por su derecho a la tecnología nuclear.
Cooperación militar reciente
En agosto de 2025, el Jefe de la Fuerza de Defensa sudafricana, Rudzani Maphwanya, visitó Teherán. Prometió una colaboración mejorada para apoyar a «personas oprimidas e indefensas» en todo el mundo, incluyendo la oposición a las operaciones de Israel en Gaza. Aunque el presidente Ramaphosa desautorizó sus declaraciones, el viaje fue aprobado por la ministra de Defensa.
De la solidaridad histórica al riesgo actual
La relación se construyó sobre narrativas compartidas de lucha revolucionaria contra el colonialismo y el imperialismo. Ambos países se posicionan como campeones del Sur Global, oponiéndose a la hegemonía occidental. Este fundamento histórico ha cimentado una alianza que ahora se expande a frentes económicos y estratégicos, como el ingreso de Irán en los BRICS.
Consecuencias para la ciudadanía y el futuro
Esta política exterior tiene implicaciones directas. Arriesga sanciones de EE.UU. que podrían resultar en un desempleo skyrocketing y precios más altos, además de recortes en ayuda vital para programas de VIH y energía. La postura de Sudáfrica la aleja de aliados occidentales clave y la acerca a socios volátiles, con un impacto potencialmente severo en su economía y estabilidad.