Familias Uru Chipaya preservan la papa luk’i con saberes ancestrales
Unas 20 familias cultivan este tubérculo resistente en suelos salitrosos. La Nación Originaria Uru Chipaya, en Oruro, enfrenta la crisis climática con técnicas ancestrales para garantizar su seguridad alimentaria, pese a pérdidas del 50% en cultivos durante 2024.
Resistencia en el altiplano
La Nación Uru Chipaya, conformada por cuatro ayllus cerca del salar de Coipasa, subsiste de la agricultura, la caza y la pesca. En un territorio a 3.687 msnm con suelos salitrosos y climas extremos, cultivan papa luk’i, quinua y cañahua, destinados principalmente al autoconsumo debido a los volúmenes reducidos que no generan excedentes para la venta.
Un cultivo milenario
Según la «Revista Latinoamericana de la Papa», la luk’i fue domesticada por culturas preincaicas hace más de 14 mil años. Este tubérculo silvestre andino, que resiste heladas de hasta –6 °C y sequía, ha sido un alimento clave para la subsistencia de las comunidades. Por su sabor amargo, es ideal para elaborar chuño, que puede conservarse durante años.
Saberes que protegen la cosecha
La producción se sostiene mediante prácticas ancestrales como el lameo (lavar la tierra salitrosa con agua de lluvia) y la siembra mancomunada, donde todos los comunarios participan. La tierra barbechada se reparte por «ch’ia», asignando pequeños lotes que suman aproximadamente media hectárea por familia. Además, los «kamayus», autoridades tradicionales, vigilan los cultivos día y noche, encienden fogatas contra las heladas y alertan de plagas.
La amenaza climática
El administrador del GAIOC Uru Chipaya, Abrahán Felipe, afirma que cada vez son menos las familias que siembran papa luk’i debido a la crisis climática. Fenómenos como lluvias intensas, granizadas, heladas y sequías prolongadas han alterado los ciclos de siembra. En 2024, se perdió el 50% de las hectáreas de cultivos y murió el 20% de las crías de ovejas, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria.
Una lucha contra los elementos
La Nación Uru Chipaya ha habitado históricamente una región con suelos de alta salinidad cerca del salar de Coipasa, donde la producción de alimentos siempre ha sido un desafío. Su economía de subsistencia se ha basado en cultivos nativos resistentes y prácticas colectivas, una forma de vida que ahora se ve exacerbada por los efectos de la crisis climática.
Guardianes de un legado alimentario
Pese a las adversidades climáticas y las significativas pérdidas, las familias Uru Chipaya continúan cultivando la papa luk’i. Este esfuerzo por mantener sus saberes ancestrales y un cultivo nativo resistente representa una estrategia crucial para su subsistencia alimentaria en un contexto de alta vulnerabilidad.