Excomandante policial vincula violencia en Santa Cruz al Chapare y corrupción
Rolando Fernández señala al narcotráfico y la documentación falsa como causas principales. El excomandante afirma que organizaciones criminales internacionales operan en la ciudad debido a su proximidad con la región cochabambina. Realizó estas declaraciones el lunes 25 de agosto de 2025 en una entrevista con EL DEBER.
«La delincuencia campante» desde el corazón del problema
El excomandante Departamental de la Policía, Rolando Fernández, identificó dos factores clave para la ola de violencia: la influencia del Chapare y la corrupción. Sostuvo que los hechos violentos, como ajustes de cuentas, secuestros y sicariatos, son el «modo operandi» de mafias con vínculos internacionales. «Es difícil que lo pare la Policía; es posible que sean compromisos no cumplidos», explicó.
La conexión del Chapare
Fernández afirmó que todo se irradia desde el Chapare y que Santa Cruz se ha convertido en un refugio cómodo para delincuentes de países vecinos que buscan droga. Para él, la solución no es solo buscar a los autores de cada caso, sino que se necesita controlar el Chapare con cooperación internacional.
La puerta de la corrupción
El excomandante también apuntó a la corrupción como un facilitador crucial, destacando que en Santa Cruz se consiguen documentos falsos con mucha facilidad. Esta situación, según su análisis, confunde a la Policía y dificulta aún más el control de la criminalidad.
Un contexto de riesgo creciente
Según el análisis presentado, el crimen organizado se está enraizando en la región, con Santa Cruz actuando como un centro de operaciones debido a su proximidad geográfica con una zona de producción de coca. La facilidad para obtener documentación falsa agrava el problema, permitiendo que los delincuentes operen con mayor impunidad.
Un desafío que requiere cooperación
Las implicaciones para el ciudadano cruceño son un entorno de mayor inseguridad con hechos violentos atribuidos a ajustes de cuentas entre mafias. La perspectiva presentada sugiere que abordar este problema de fondo requiere de un esfuerzo coordinado que va más allá de la acción policial local, necesitando una estrategia que involucre el control de zonas de producción y cooperación internacional.