Candidato Lara propone incrementar la Renta Dignidad a 2000 bolivianos
La promesa electoral tendría un costo mensual de casi 2000 millones de bolivianos. El candidato plantea financiarla eliminando las rentas vitalicias de expresidentes, pero los cálculos demuestran que los fondos serían insuficientes. La propuesta fue analizada en una columna de opinión.
Una promesa con números rojos
El candidato Lara promete subir la Renta Dignidad de 350 a 2000 bolivianos mensuales para sus 1.200.000 beneficiarios. Para financiarlo, propone eliminar la renta vitalicia de los expresidentes. Sin embargo, el cálculo básico revela una brecha financiera abismal: el aumento costaría casi 2000 millones de bolivianos extra al mes, mientras que eliminar las rentas presidenciales liberaría solo 160.000 bolivianos mensuales.
Las cuentas no cuadran
Actualmente, sobreviven 8 expresidentes, cada uno con una renta de unos 20.000 bolivianos, lo que suma 160.000 bolivianos al mes. Con eso se puede cubrir el aumento de la Renta Dignidad… ¡pero solo para 97 abuelitos! Los otros 1.199.903 beneficiarios no tendrían fuente de financiamiento para el incremento prometido.
Un problema de base
El artículo vincula la imposibilidad de la propuesta con un problema educativo de base, señalando que apenas 3 de cada 100 bachilleres aprueba un examen de matemáticas. Esto sugiere una falta de capacidad para realizar los cálculos básicos necesarios para diseñar planes de gobierno financieramente viables.
Un beneficio necesario pero costoso
La Renta Dignidad es un pago de 350 bolivianos mensuales a adultos mayores en Bolivia. El texto reconoce que este monto es insuficiente para sobrevivir y que incrementarlo representa un desafío complejo debido a los altos costos que implica para el Estado y las dificultades para su financiamiento.
Una promesa sin sustento económico
La viabilidad de la propuesta del candidato Lara es puesta en entredicho por los cálculos aritméticos presentados. Las implicaciones son claras: ni vendiendo los autos oficiales blindados, ni rifando el Palacio Quemado se alcanzaría a cubrir el costo del incremento prometido, dejando la propuesta como una promesa electoral sin un plan de financiamiento realista.