Putin y Zelenski mantienen una enemistad forjada por la guerra
Los líderes sólo se reunieron una vez, en diciembre de 2019 en París. Su profunda animadversión mutua dificulta enormemente un encuentro cara a cara sin intermediarios, pese a las insistencias externas.
Una enemistad a fuego
Los presidentes de Rusia, Vladímir Putin, y de Ucrania, Volodimir Zelenski, han forjado con el paso de los años una profunda enemistad marcada a fuego por la guerra. El actor reconvertido en jefe de Estado demostró ser un hueso mucho más duro de roer de lo que esperaba el Kremlin. A día de hoy, tanto en Moscú como en Kiev, cuesta mucho imaginar un cara a cara entre ambos dirigentes.
Zelenski frustra los planes del Kremlin
En las elecciones presidenciales de 2019, Zelenski recibió más de dos tercios de los votos en la mitad oriental del país, no en vano el ruso es su lengua madre. En menos de tres años de mandato consiguió que las regiones rusoparlantes renunciaran a los cantos de sirena de Moscú, frustrando los planes del Kremlin, que esperaba que el sureste de Ucrania recibiera con los brazos abiertos a las tropas rusas.
Un gobernante ilegítimo para Moscú
Moscú nunca se tomó en serio a Zelenski. Contra todo pronóstico, el presidente ucraniano se quedó en Kiev para liderar la resistencia. El Kremlin luego adujo que en mayo de 2024 debía haber abandonado el puesto, ya que, según la Constitución, no puede prolongar su mandato incluso en Estado de guerra. Putin se agarraba a un tecnicismo constitucional para derrotar al enemío cuya resistencia no pudo doblegar en el campo de batalla.
Raíces soviéticas, destino enfrentado
Aunque son de generaciones diferentes, los dos líderes nacieron en la Unión Soviética, por lo que su bagaje cultural es muy similar. Este origen común contrasta con el conflicto que hoy los enfrenta, que tiene sus raíces en la anexión de Crimea en 2014 y la posterior guerra en el Donbás.
Una cumbre, una humillación
El Kremlin asegura que Putin se reunirá con Zelenski, pero sólo para estampar su firma en un documento que ponga fin a la guerra y no para negociar, siempre que Zelenski sea sustituido en unas prontas elecciones. Para Putin reunirse con Zelenski, siempre que no sea para sellar su capitulación, es comparable a una humillación. Moscú ve a Ucrania como parte de un problema mucho más grande, que deben solucionar por separado Rusia y EE.UU.