Negociaciones de la ONU fracasan en acuerdo global contra contaminación plástica
Un grupo de países petroleros bloqueó cualquier restricción a la producción de plásticos. Tras 10 días de negociaciones en Ginebra, 185 Estados no lograron consenso. La producción mundial de plástico se triplicará para 2060 si no se actúa, según la OCDE.
«Una bomba sanitaria sin desactivar»
La ONU cerró sin acuerdo las negociaciones para un tratado vinculante contra la contaminación plástica. China, EE.UU. y Arabia Saudita lideran la producción global, mientras países petroleros rechazaron prohibiciones. La ministra francesa Agnès Pannier-Runacher denunció que «un puñado de naciones antepuso intereses financieros a la salud global».
Los bandos enfrentados
Los «ambiciosos» (UE, América Latina, Canadá y naciones insulares) buscaban reducir la producción y regular aditivos tóxicos. Los petroleros, encabezados por Arabia Saudita e India, insistieron en centrarse solo en gestión de residuos. «Hemos perdido una oportunidad histórica», lamentó Cuba.
Impacto en comunidades vulnerables
Tuvalu, en nombre de 14 islas del Pacífico, advirtió que millones de toneladas de plástico seguirán intoxicando sus océanos, afectando seguridad alimentaria y ecosistemas. Greenpeace acusó a la industria petroquímica de «sacrificar al planeta por ganancias a corto plazo».
De la esperanza al caos en Ginebra
El presidente de las negociaciones, Luis Vayas Valdivieso (Ecuador), presentó dos borradores en 24 horas, pero el texto final contenía 100 puntos sin consenso. La sesión concluyó al amanecer del 15 de agosto sin avances. La ONU buscará una nueva fecha para retomar las conversaciones.
Un problema que crece más rápido que las soluciones
Desde 2000, el mundo ha producido más plástico que en los 50 años previos, con menos del 10% reciclado. La OCDE proyecta que la producción anual (450 millones de toneladas) se triplicará para 2060. Corea del Sur albergará la próxima ronda de negociaciones a fines de 2024.
El plástico sigue ganando la partida
El fracaso en Ginebra deja sin herramientas globales para frenar una crisis que contamina desde playas hasta sangre humana. Mientras los Estados discuten, los microplásticos ya están en la cadena alimentaria y en órganos vitales, según estudios recientes citados en el texto.