Investigadoras privadas en TikTok exponen infidelidades con gran audiencia
PIs como Stephanie A. acumulan miles de seguidores compartiendo casos de infidelidad. El fenómeno mezcla entretenimiento, vigilancia digital y preocupaciones éticas. Plataformas como TikTok monetizan este contenido, mientras crece la demanda de investigaciones por parte de mujeres.
«El té está servido: vigilancia con estilo influencer»
Stephanie A., investigadora privada en EE.UU., relata en redes sociales casos como el de un hombre grabado besándose con otra mujer mientras su esposa lo contrataba. «La gente adora el drama ajeno», afirma. Sus videos, con caras difuminadas pero detalles jugosos, superan los 85.000 «me gusta». El formato: mezclar stakeouts reales con rutinas cotidianas, como skincare en el coche durante la vigilancia.
Un negocio en auge
Lisa Allen-Stell (Pink Lady Investigations) y Cassie Crofts (Venus Investigations) también viralizan sus pesquisas. El 80-90% de sus clientas son mujeres que sospechan infidelidades o buscan seguridad ante citas. Crofts rastrea desde tarjetas de supermercado hasta emojis usados en chats. Allen-Stell cobra $125/hora; Stephanie, $650 por caso mínimo.
Antecedentes: de Marlowe a los algoritmos
El escándalo del CEO Andy Byron abrazando a una colega en un concierto de Coldplay (julio 2025) ejemplifica la fascinación pública por el morbo. Expertos como Jamie Cohen vinculan el fenómeno con la cultura true crime no filtrada por medios tradicionales. Plataformas como TikTok recompensan estos contenidos, aunque algunos casos derivan en ciberacoso.
Cierre: entre la justicia social y el riesgo ético
Las investigadoras enfatizan que ocultan identidades y requieren consentimiento para publicar, pero reconocen el peligro de que seguidores sobrepasen límites. Nicola Fox Hamilton advierte que la «vergüenza pública se normaliza como castigo», incluso para no famosos. El equilibrio entre transparencia y privacidad sigue en debate.