Archivos LGBTQ+ en Latinoamérica preservan su historia contra la discriminación
Proyectos en Argentina, Perú y México rescatan memorias trans y queer. Iniciativas ciudadanas digitalizan fotos, cartas y testimonios para combatir la violencia sistemática y exigir justicia. Surgieron como resistencia ante la censura y hoy inspiran a toda la región.
«Guardamos lo que el Estado intentó borrar»
El Archivo de la Memoria Trans Argentina, el más grande de su tipo, reúne 25.000 objetos desde 1930. «Nació de la necesidad de encontrarnos y saber que estamos vivas», explica María Belén Correa, su fundadora. Incluye desde fotos carcelarias hasta carnés de identidad modificados, muchos donados por sobrevivientes de la dictadura (1976-1983).
Modelo de resistencia
Inspirados en las Abuelas de Plaza de Mayo, digitalizan materiales en formatos híbridos. Carolina Nastri, archivista principal, destaca que el 83% de las personas trans registradas en Argentina tienen menos de 40 años, lo que hace urgente rescatar testimonios de mayores.
Olas que cruzan fronteras
El ejemplo argentino impulsó proyectos como el Archivo de la Memoria Transmasculina México, que ya tiene 50 libros y 8 cajas de material. Aldri Covarrubias, su creador, busca «romper la uniformidad cisheterosexual». En Perú, André Mere Rivera dirige un archivo queer con piezas precolombinas y registros de crímenes de odio.
Tecnología y memoria
Usan Wikipedia para documentar marchas y crean mapas colaborativos, como el del Museo Bajubá en Brasil. En Chile, un artista reconstruyó historias LGBTQ+ con IA ante la falta de registros históricos.
Huellas de una lucha incompleta
Latinoamérica tiene 40 archivos LGBTQ+, pero persisten desafíos. En México se reportaron 233 asesinatos a personas diversas (2022-2024), según Letra S. Perú no reconoce el matrimonio igualitario y solo 1 caso LGBTQ+ fue incluido en su Comisión de la Verdad.
No son museos, son herramientas
Estos archivos buscan influir en políticas públicas. En Argentina exigen reparaciones históricas para trans mayores. Mere advierte: «Si solo guardamos recuerdos sin actuar, serán monumentos vacíos». Su meta es que las nuevas generaciones conozcan tanto la represión como la alegría de sus comunidades.