Arce destaca su legado económico pero evita crisis actual en discurso del Bicentenario
El presidente boliviano omitió referirse a la escasez de dólares y combustibles. En su último discurso por el 6 de agosto, priorizó logros como industrialización y obras públicas, mientras el país enfrenta tensiones políticas y económicas a meses de las elecciones.
«Una economía diversificada y 60.000 obras»: el balance de Arce
El mandatario afirmó que Bolivia tiene hoy «una economía de base ancha», destacando 56 proyectos hidrocarburíferos, el descubrimiento del pozo Mayaya y 170 plantas industriales. Mencionó 1.200 infraestructuras educativas y 85.600 viviendas entregadas, además de la incorporación a los BRICS y el Mercosur.
Lo que no dijo
Evitó abordar la crisis cambiaria, el desabastecimiento de combustibles y la caída de reservas internacionales. Solo admitió «dificultades coyunturales», atribuyéndolas a «especulación». Tampoco mencionó el aislamiento político del Ejecutivo o los bloqueos legislativos a proyectos económicos.
Entre el optimismo oficial y las alertas empresariales
Mientras Arce habló de «transformación exitosa», reportes como el de la Federación de Empresarios de Cochabamba señalan estancamiento, informalidad y fuga de capitales. La deuda externa crece y persiste el déficit fiscal, pese a subsidios estatales insostenibles.
Industrialización en duda
Varias plantas promocionadas operan por debajo de su capacidad o enfrentan cuestionamientos. El modelo de sustitución de importaciones choca con falta de competitividad y rigidez cambiaria. Las restricciones a divisas redujeron importaciones, pero no por mayor producción local.
200 años de independencia, un modelo en debate
El discurso cerró con un llamado a «una nueva era», pero dejó sin resolver reforma fiscal, sostenibilidad del gasto público y atracción de inversión privada. Con elecciones próximas y sondeos favorables a la oposición, el futuro económico del país sigue en incertidumbre.
Un Bicentenario entre logros y deudas pendientes
Arce priorizó el relato histórico y los símbolos, pero los desafíos urgentes —como el acceso a divisas o la presión inflacionaria— quedaron fuera de su balance. Su gestión se despide con polarización y preguntas sobre la viabilidad del modelo actual.