Joven con hipoacusia impulsa emprendimiento de repostería en Santa Cruz
Andrea Rivero, de 20 años, supera barreras y genera ingresos con su negocio Dulce Amor. La emprendedora, que nació con pérdida auditiva, combina creatividad y esfuerzo para financiar sus estudios. Su historia inspira en un contexto de inflación y dificultades económicas.
«Escuchar con el corazón y hornear con pasión»
Andrea transformó un proyecto escolar en un emprendimiento viable. Con Bs 500 iniciales, hoy obtiene ingresos semanales de Bs 700 a 1.000, vendiendo tortas, galletas y su especialidad: la torta tres leches. «No hay barreras cuando se ama lo que se hace», afirma. Su madre, Jimena Correa, es su socia e intérprete clave.
Retos y adaptación
El alza de precios de ingredientes como la leche (Bs 100 el kilo de cacao) obligó a ajustes. «Redujimos porciones sin sacrificar calidad», explica Andrea. A pesar de no tener local físico, gestiona pedidos y redes sociales con autonomía.
Proyección social
La joven participó en foros empresariales y representó a Bolivia en la ONU. Su meta es crear oportunidades laborales para personas con discapacidad. «El camino es lento, pero con amor se llega», destaca Jimena.
Un sueño que comenzó en el colegio
Andrea eligió gastronomía inspirada en los postres de su madre. Becada en dos universidades, no pudo estudiar por los costos de un intérprete. Dulce Amor nació como alternativa para financiar su educación.
Perseverancia con sabor a éxito
La historia de Andrea demuestra cómo la determinación y el apoyo familiar pueden sortear obstáculos. Su emprendimiento, más que un negocio, es un ejemplo de resiliencia en un escenario económico complejo.