Protestas en Angola dejan 22 muertos por aumento del precio del combustible
Los disturbios más graves en años ocurrieron tras la eliminación de subsidios estatales al diesel y gasolina. La violencia escaló en Luanda y otras ciudades, con saqueos y enfrentamientos con la policía, que usó munición real. El gobierno acusa a manifestantes de buscar «desestabilizar».
«La chispa que encendió la protesta»
El conflicto estalló cuando la asociación de taxis colectivos convocó un paro de tres días contra el aumento del 33% en el precio del diesel (ahora 400 Kwanza/litro). «Muchos temen que el encarecimiento del transporte eleve los precios de alimentos», explica el texto. La policía respondió con gases lacrimógenos y disparos.
Expansión y balance trágico
Los disturbios, inicialmente en Luanda, se extendieron a otras urbes. Además de los 22 fallecidos, hay más de 1.200 detenidos. Supermercados fueron saqueados y vehículos incendiados. Es la mayor ola de protestas desde el fin de la guerra civil en 2002, según la fuente.
Un país petrolero que importa combustible
Aunque Angola es el segundo mayor exportador de crudo de África, carece de refinerías funcionales y debe importar combustibles. El gobierno de João Lourenço (en el poder desde 2017) recortó subsidios para reducir gastos públicos, una medida impopular en un país donde el 33% vive con menos de 2 dólares diarios.
Silencio tenso en las calles
Tras días de caos, Luanda amaneció en calma el miércoles, pero con fuerte presencia militar. Muchos ciudadanos optaron por no salir de casa. El presidente Lourenço defendió en televisión que «en pocos países el diesel es tan barato como aquí», acusando a los manifestantes de usar el tema como excusa.
Un malestar acumulado
Angola, gobernada por el FPLA desde 1975, arrastra desigualdad crónica: una élite vinculada al Estado vive en lujo, mientras la mayoría sufre pobreza e inflación. Las protestas recuerdan a las de Nigeria en 2024 por motivos similares.
¿Hacia una nueva normalidad?
La estabilidad dependerá de si el gobierno revisa su política de subsidios o mantiene la represión. Los analistas ven improbable un cambio de rumbo inmediato, pese al descontento social.