Policía vincula asesinato en Santa Ana con guerra de narcos
Edgar Dorado, sobrino de un capo preso en Brasil, fue ejecutado con siete balazos. El crimen ocurrió el 26 de julio en Santa Ana de Yacuma (Beni) y se investiga como ajuste de cuentas entre clanes del narcotráfico. La víctima era buscada por el asesinato de tres policías en 2022.
«Un mensaje directo en una guerra soterrada»
Según la Policía, el ataque fue planificado: los sicarios usaron armas de calibre militar y dispararon 15 impactos (8 en el vehículo, 7 en Dorado). «Todo apunta a un ajuste de cuentas», declaró el coronel Carlos Ponce Tarqui, comandante del Beni. El acompañante de Dorado, herido, está bajo custodia como testigo clave.
Los hilos del crimen
Dorado era sobrino de Jesús Einar Lima Lobo, narcotraficante condenado en Brasil por enviar 300 kilos de cocaína. Su muerte reactiva tensiones entre herederos de esta red y otros grupos. La Fiscalía no descarta que el crimen haya sido ordenado desde dentro de su propio círculo.
El oscuro legado del caso Porongo
Dorado era prófugo por su presunta participación en el asesinato de tres policías en Santa Cruz (2022). Uno de los condenados por ese crimen es Misael Nallar, yerno de Lima Lobo. Con la muerte de Dorado, se extingue la acción penal contra él, pero surgen nuevas incógnitas sobre quién ordenó su ejecución.
Violencia que no cesa
Santa Ana de Yacuma suma otro episodio sangriento en una región donde seis personas han muerto en tres meses por violencia vinculada al narcotráfico. Las autoridades investigan si este crimen está relacionado con la disputa por rutas de droga en el Beni.
Huellas de plomo y silencio
El asesinato de Dorado refleja la escalada de conflictos entre organizaciones criminales en Bolivia. Mientras la Fiscalía amplía pesquisas, la población de Santa Ana vive bajo la sombra de una guerra invisible cuyas balas siguen escribiendo su historia.