Gobierno reconoce retraso en harina subsidiada y pérdida de control sobre precio del pan
El pan de batalla redujo su peso a 60 gramos pero mantiene precio de 50 centavos. La estatal Emapa no cumple con la distribución de harina subvencionada, lo que obliga a panificadores a usar insumos más caros. El viceministro Silva admitió que solo pueden fiscalizar cuando se usa harina estatal.
«Muy poco se puede controlar sin la harina subsidiada»
El viceministro de Defensa del Consumidor, Jorge Silva, confirmó que «el peso y precio del pan escapan a su jurisdicción cuando los productores compran harina en el mercado». Aunque el pan de batalla ya pesa 25 gramos menos que antes, aún cumple el mínimo legal. La estabilidad del precio depende exclusivamente de los insumos estatales.
Crisis en las panaderías
Willy Sarmiento, dirigente del gremio panificador, detalló que han reducido un 28% su producción diaria (de siete a cinco quintales de harina) y trabajan dos días menos por semana. «A la fuerza vamos a tener que incrementar el precio», advirtió, al no poder compensar con mezcla de harinas por el alza de costos.
Un alimento que se achica
El pan de batalla, consumo básico en el interior de Bolivia, enfrenta una crisis por falta de insumos como manteca, levadura y harina. El Gobierno anunció que exigirá a Emapa cumplir con la entrega, pero no especificó plazos. Mientras, los productores anticipan que el encarecimiento es inevitable.
Promesas sin cumplir
El 9 de julio, panificadores ya habían amenazado con paralizar la producción por incumplimiento en la entrega de 123.000 quintales de azúcar, 144.000 cajas de manteca y 48.000 cajas de levadura subvencionadas. El retraso actual profundiza el conflicto.
Un símbolo de estabilidad en peligro
La situación refleja la dependencia del sector de los subsidios estatales. Con la harina subsidiada sin llegar, el pan pierde tamaño y pronto podría perder su precio accesible, afectando directamente a las familias bolivianas.